Un informe analiza formas diversas de hostilidad en los CIE

Madrid, 07 jun. 22. – Hoy, 6 de junio, el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM)presentó el informe “Territorio Hostil. Formas diversas de hostilidad en los CIE” con el fin de exponer una realidad que poco se conoce y de la que poco se habla acerca de la situación de cientos de inmigrantes en los CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros). El evento se llevó a cabo en el Senado, en Madrid, ilustrando los datos demográficos, los obstáculos para la realización del informe y el punto de vista social de la investigación, además de ofrecer información sobre casos concretos que ayudan a comprender la magnitud de lo que está sucediendo en estos "territorios".
Los CIE son el símbolo de hostilidad para las personas extranjeras que arriban a España. Si bien es cierto que no son propiamente unos centros carcelarios, las condiciones en las que mantienen a los internos y las internas no está muy lejos de esa realidad. Desde violaciones sistemáticas de incomunicación hasta violaciones de Derechos Humanos.
El SJM tuvo que superar una serie de obstáculos para la realización del informe, con la mayor objetividad posible. La razón de estas dificultades están, sobre todo, asociadas a la negativa de la Policía para dar los respectivos informes, muchos de los cuales están incompletos o inconclusos y a lo que afirmó María Carmen de la Fuente, “no hay consecuencias penales ni legales”. Están convirtiendo la hospitalidad y la acogida en completa hostilidad. A esto se le suma la poca flexibilización para las visitas presenciales. Desde el 2020, como debía hacerse, fueron nulas las visitas presenciales a los CIE. Sin embargo, tuvo que pasar por dos instancias jurídicas para que la medida empezara a regir en los centros, incluso cuando ya estaban flexibilizadas en muchos sectores. Así lo afirmó Josetxo, autor del informe: “el trámite lo tenía que solicitar el mismo interno ante el director del CIE, escrito a mano y con firma, pero lo podían demorar hasta 15 días. Muchos de los internos los dejaban en libertad antes de poder hablar con nosotros. Perdimos muchos testimonios”. Los obstáculos a la fiscalización de los procedimientos han convertido a los CIE en unidades de estudio por ser “posibles centros de tortura y degradación”.
“El CIE no es una cárcel. El delito de estos jóvenes es llegar sin documentos a un país que no es el suyo. ¿Cómo se sienten estos jóvenes, que no son unos delincuentes?”
La constante entre los testimonios es la inexistencia de derechos, en mayor medida en las Comunidades Autónomas que más migrantes acogen. Los centros vacíos o casi vacíos hay mejores tratos, pero son una excepción. Pero en aquellos, como los ubicados en Madrid y Barcelona, son muchos los casos de abuso. En la mayoría de los casos no hay atenciones médicas y psicológicas oportunas o en muchos casos, ni quiera hay. Es el caso de una mujer marroquí que huyó de su país a causa de matrimonio forzoso, violencia de género y violencia doméstica, quien, en ese momento, ameritaba un apoyo psicosocial. El gerente del CIE nunca hizo el debido trámite para garantizarle el derecho a la mujer extranjera. Duro interna 60 días y a pesar de aportar los respectivos documentos para su asilo político fue deportada a Marruecos. “Actualmente, vive allá buscando la forma de proteger su vida”, expuso Elena Davara, voluntaria del equipo de visitas.
Según el SJM, los CIE hacen parte de una “política cosmética”, en donde el Ministerio de Interior quiere hacer ver que tienen la situación de migración controlada y con infraestructuras pertinentes para su acogida. Lo que califican como una falacia. Durante la pandemia, aquellos internos que daban positivo para COVID-19 tenían que permanecer el tiempo de aislamiento en habitaciones a penas habitables; muchos con comunicación restringida. La pandemia dio una alfombra roja para aumentar la arbitrariedad de los CIE. Aunque muchas de estas irregularidades han sido denunciadas, tanto por violencia física y psicológica, proceden a la archivarlas.
Las ONG nunca hemos considerado un modelo como los CIE. Es una quimera política.
El evento fue clausurado tocando nuevamente el caso de la migrante marroquí, quien ejemplificaba con claridad las deficiencias de los protocolos para garantizar la salud mental de los internos. El primero, es la privación de la libertad para personas que no han cometido ningún delito; luego no hay una asistencia social eficiente u ocio que permita que los migrantes dirijan su atención a algo distinto a la privación de la libertad; además tampoco parecen mostrar indicios de reforzar el sistema de salud. Esta migrante, además mostraba conductos autodestructivas y autolesiones que el CIE no atendió oportunamente antes de la deportación.
Muchas de las personas voluntarias de ONG que auditan y fiscalizan estos centros, que deberían ser centros de acogida y no de hostilidad, sienten frustración por la situación de las mujeres y hombres migrantes que llegan a ellos, pues, aunque intentaron ayudar, no pudieron hacer nada.
Foto: archivo AmecoPress.
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Pie de foto: 1) Servicio Jesuita a Migrantes; 2) Centro de internamiento de extranjeros
Estado Español – Sociedad – Xenofobia. 07 jun. 22. AmecoPress