“Si nosotras paramos, se para el mundo. La experiencia de la huelga feminista a debate”

Madrid. 21 feb 22. AmecoPress. - El jueves 8 de marzo de 2018 el Estado español vivió una movilización sin precedentes: desde la mañana a la tarde, la calle fue del feminismo. Pero quizás más importante que la jornada de manifestaciones y paros, es que la primera huelga feminista –laboral, estudiantil, de consumo y de cuidados-, previamente, había logrado situar en el centro del debate público la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres. La huelga feminista, como herramienta y como proceso, es sin duda un hito histórico en nuestro país, cuyo eco sigue inspirando reflexiones.
La huelga fue “un desenlace de todas las luchas en las que estábamos implicadas las mujeres”, asegura Rafaela Pimentel, trabajadora de hogar, activista e integrante de Territorio Doméstico, para introducir el conversatorio sobre la huelga feminista celebrado el jueves, en Madrid, dentro de las II Jornadas por un Feminismo Sindicalista.
Para Pimentel, una de las cuestiones fundamentales de la huelga feminista es que “nos permitió hablar de lo que nos estaba pasando a las mujeres”, temas que “no estaban en la agenda”. Así fue también para la periodista Ana Requena, para la educadora Eugenia Monroy, para la trabajadora de hogar Constanza Cisneros y para la mayoría de las personas que se expresaron en el debate: la posibilidad de hablar, de cuestionar, de reflexionar juntas que nos dio una huelga que transcendía el mismo concepto de huelga fue lo más significativo.
‘Las periodistas paramos’ es el nombre del movimiento de trabajadoras de medios y empresas periodísticas que apoyaron la huelga general feminista convocada para el 8 de marzo de 2018. Ana Requena estuvo en el germen de esta iniciativa que, quizás por la exposición y repercusión del trabajo de este sector, superó expectativas y se replicó en otros gremios y colectivos profesionales (académicas, sanitarias, deportistas,...). “Fue la primera vez que se hizo una huelga de mujeres en los medios tan masiva”, comparte, “fue una contribución”, pero matiza que “no queríamos tapar lo más importante que era ese día de huelga feminista”.
La periodista expuso cómo fue el proceso de encuentro y de debate en las redacciones a la hora de determinar cómo llevar adelante la huelga, y cómo en el manifiesto que surgió desde las periodistas –y que superó las 8000 adhesiones– se exponían las reivindicaciones como trabajadoras y también la necesidad de incorporar la perspectiva feminista a la hora de informar. “Fue un toque importante para nuestro sector”.
“En nuestros debates no vimos tanto nuestra problemática como docentes, sino que estuvieron centrados en qué ver con el alumnado y en la intersección de la huelga con la maternidad” expone Eugenia Monroy, destacando la “intersección intergeneracional” que se produjo en los centros educativos –“hacíamos pancartas juntas, hablábamos, nos preguntábamos cosas” –, algo tan positivo como capaz de generar cierta tensión en los equipos directivos. También allí, en colegios e institutos, una de las preguntas reiteradas fue qué tenían que hacer los hombres ante la huelga. Monroy destaca que hubo un debate muy vivo en el alumnado, con mucha interacción y escucha. “Ahora no se puede hacer de ese modo”, lamenta.
La huelga feminista y la macro manifestación sin precedentes conmocionó y sorprendió a medio mundo y obligó a posicionarse a todos los partidos, sindicatos y entes sociales. La demanda quedó clara: situar los postulados del movimiento feminista en el centro del debate de una sociedad más justa e igualitaria. Pero la reacción no se hizo esperar. La aparición y crecimiento de movimientos y partidos reaccionarios que intentan imponer, como eje fundamental de su acción política, el control férreo, la discriminación y la violencia sobre la vida intelectual, pública, laboral, doméstica, sexual e íntima de las mujeres, ha contribuido también a hacer creer que las reivindicaciones feministas son la causa de todos los males sociales que nos acechan.
El contraste se expresa en todos los ámbitos. En las aulas se ha reforzado la coeducación y hay muchas alumnas que desde edades tempranas conocen y defienden sus derechos y están “empapadas de feminismo”. Pero también, hay un porcentaje de chavales que consideran que “estar en contra de la igualdad de género es ser rebelde, es rebelarse contra el sistema”, explica la educadora que no cesa en su actitud pedagógica, aunque se sienta obligada a emplear otros procedimientos.
En 2018 la participación de las jóvenes fue multitudinaria. En institutos y universidades la efervescencia del movimiento de mujeres dio lugar a una creatividad impresionante. Jóvenes y mayores. Miles de mujeres de distintos gremios. Diferentes culturas. Todas apoyaron la huelga, desde diversas posiciones.
“Que en el argumentario de la huelga también se nombraran las fronteras era importante”, asegura Constanza Cisneros. Para ella, la explosión feminista de 2018 significó que por primera vez pudiera vivir la celebración presencialmente y no a través del móvil. "Nosotras (las que pudimos), hicimos huelga de cuidados porque nuestro trabajo es este: cuidar." Hubo compañeras que no tuvieron esa opción, sobre todo las internas. "Muchas de las compañeras internas no pudieron venir a las concentraciones para que sus empleadoras sí pudieran salir a la manifestación". Los delantales en balcones y ventanas las hicieron visibles.
¿Qué hacemos de la huelga ahora 4 años después, una pandemia de por medio?
El “proceso” –concepto en el que insisten las participantes en el conversatorio- de la huelga provocó un “desborde” en el mismo concepto de huelga, hasta ahora vinculado exclusivamente con el ámbito laboral, y en la participación. Han pasado cuatro años desde aquel “Si nosotras paramos, se para el mundo” y en medio hemos vivido una pandemia. El mundo ya es otro. “Activar la huelga implica activar procesos de cuestionamientos, de preguntas”, dice Ana Requena, tal y como se hizo en 2018, pero en un contexto que no es el mismo y con unas experiencias que nos han transformado.
Antes de las masivas manifestaciones que inundaron las calles del mundo y de numerosas ciudades de nuestro país, la huelga había ocupado los medios de comunicación, los debates en las familias, las parejas, las amistades, los centros laborales, las universidades y centros educativos, las charlas en el autobús, en bares, en las colas de los supermercados. No hubo franja social, ni generacional, ni postura ideológica que no se sintiera descolocada y apelada. Quizás ese fue el mayor reto y el mejor fruto.
Foto: AmecoPress
Sociedad – Feminismo – Movimiento feminista – 8 marzo – Encuentros y jornadas. 21 feb. 22. AmecoPress.