“Se atrevieron a juzgar a hombres siendo mujeres”

4 de octubre de 2022.

Por Gloria López

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Cuatro magistradas exiliadas narran su experiencia en las jornadas ‘Afganistán, la guerra silenciosa contra mujeres y niñas’, donde se pudo escuchar también la voz de niños y niñas


Madrid, 01 octubre 22. AmecoPress.- Lograron estudiar y ejercer como magistradas con mucho esfuerzo y enfrentando prejuicios y resistencias incluso dentro de sus propias familias. Juzgaron abusos, violaciones y asesinatos machistas, en función de la ley de violencia de género aprobada en Afganistán en 2009. En algunos casos dictaron sentencias contra talibanes. Hoy, cuando ya se ha cumplido un año desde el derrocamiento del Gobierno de Ashraf Ghani, sus vidas y las de sus familiares se encuentran amenazadas. Antes de que esto sucediera, se contabilizaban un total de 270 juezas en el país, un indicador del avance que los derechos de las mujeres habían experimentado en los últimos 20 años: las niñas podían ir a la escuela, las jóvenes ingresaban en las universidades, las mujeres se incorporaban a trabajar como médicas, abogadas y profesoras, obtuvieron el derecho a ser elegidas y ganaron escaños en el Parlamento. Aun dentro de un trasfondo eminentemente patriarcal, las mujeres podían pasear por las calles. Hoy, su risa es interpretada como una amenaza por los Talibanes.

Actualmente Afganistán es el único país del mundo donde las niñas tienen prohibido estudiar más allá de los 12 años y representa también el paradigma de la persecución por razón de sexo. Una persecución, que en el caso de las magistradas que “se atrevieron a juzgar a hombres siendo mujeres”, pone su vida en peligro. Cuatro de estas juezas forzadas a abandonar su tierra han ofrecido su testimonio en las jornadas ‘Afganistán, la guerra silenciosa contra mujeres y niñas’, organizadas por el Colegio de Abogacía de Las Palmas de Gran Canaria, donde también se ha escuchado la voz de niñas y niños que han contado su experiencia.

Si ellas han podido salir de Afganistán y llegar a Canarias ha sido gracias a lo que la delegada del Gobierno contra la violencia de género, Victoria Rosell, llamó “redes de mujeres salvando a mujeres”. Gloria Poyatos forma parte de una de ellas, la Asociación Internacional de Juezas: “cuando el conflicto estalló en 2021, se formó un comité de siete juezas de todo el mundo y dos intérpretes y nos propusimos sacarlas a todas”, expuso en su intervención. “La buena noticia es que hemos logrado sacar a 180 juezas y sus familias, que son unas 1000 personas en total. Pero tenemos a 62 varadas en países limítrofes y a 70 juezas y sus familias por sacar de Afganistán”.

Suraya Ahmadyar aportó la visión de proceso respecto a la situación que viven las mujeres y las niñas en Afganistán. “La discriminación y la violencia patriarcal no es algo nuevo” y el predominio de esta visión despectiva de las mujeres y de la violencia hacia ellas ha penetrado diversas dimensiones de la vida en el país. Sin embargo, a pesar de estos desafíos, las mujeres han aumentado significativamente su participación en todos los ámbitos en los últimos 20 años: la mitad de las niñas afganas estuvieron escolarizadas en escuelas primarias, y poco a poco se incorporaron a las universidades escogiendo sus profesiones y viajaron libremente por el país. En 2003 el Gobierno afgano firmó la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Se aprobó una ley de violencia contra las mujeres y se creó un Ministerio de la Mujer, cuya principal función fue la creación de empleo para las mujeres. Antes de la vuelta de los Talibanes había mujeres en el Gobierno, en alcaldías, en las embajadas y en las fuerzas de seguridad. Pero “todo se perdió en un día y en una noche”.

La magistrada, que ahora vive en el exilio, dibuja la oscura situación que viven las niñas y mujeres en su país: las puertas de las escuelas cerraron, se restringieron los viajes, muchas mujeres fueron despedidas y condenadas por tanto a la mendicidad o a vender sus cuerpos para mantener a sus familias. La violencia en el interior de las casas ha aumentado. Han ordenado que las mujeres permanezcan en los hogares y, si salen, tienen que hacerlo cubiertas porque para los Talibanes “la sola presencia de las mujeres, el sonido de sus zapatos, incita a los hombres y crea corrupción en la sociedad”.

También Gulalai Hotak insistió: desde que los talibanes tomaron el control, las mujeres tienen que enfrentar problemas y restricciones a varios niveles, discriminación en el ámbito político, económico y social y en el acceso a la salud y a la justicia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, Afganistán presenta la tasa más alta de mortalidad materna de Asia. Mujeres, bebés y menores embarazadas mueren durante los partos. No existe ningún tipo de servicio o protección legal para mujeres y niñas y en este vacío, ante la mínima acusación, se les puede dar el castigo más severo: lapidación o ejecución.

Safia Jan Mohammad ejercía en los juzgados de violencia contra las mujeres y tuvo que enfrentar asesinatos brutales, violaciones en grupo, amputación de partes del cuerpo, venta de mujeres y niñas, hostigamientos, prostitución forzada y los llamados matrimonios del mal (cuando una persona comete un asesinato, para evitar la venganza, la familia del asesino tiene que unir una hija con el hijo de la víctima). Ahora, no hay ninguna ley ni recurso que proteja a esas víctimas.

“Hoy les toca a ellas, pero mañana podemos ser nosotras”

Las participantes de origen afgano viven como refugiadas con la ayuda de organizaciones como CEAR. Pero vivir en España es complicado: sin conocer el idioma, sin recursos y viendo, desde lo lejos y con impotencia, como su país se desmorona. Poco antes de que arrancara la jornada tuvo lugar un atentado dentro del Centro Educativo Kaaj, en el distrito de Dasht-e-Barchi (oeste de Kabul). Este acto atroz se cobró la vida de decenas de adolescentes e hirió de gravedad a muchos y muchas más. Las víctimas estaban haciendo el examen de ingreso a la universidad.

“Es imprescindible garantizar una vía segura y legal”, insistió Inés Herreros Hernández, que acaba de llegar de Pakistán. “No se puede ser constitucionalista si no se respeta la vida, los tratados internacionales y la ley”, aseguró para concluir que “hoy les toca a ellas pero mañana podemos ser nosotras”

La ministra de Defensa, Margarita Robles, inauguró las jornadas instando a no olvidarse de este país y recordando que muchas de las mujeres que lograron huir están siendo ahora amenazadas por los maridos que dejaron allí con no volver a ver a sus hijos. “No podemos consentir este fracaso de la comunidad internacional ante el silencio cómplice de nuestros organismos”, insistió.

La voz de los niños y las niñas

La jornada contó con una mesa, moderada por la viceconsejera de Justicia Carla Vallejo, en la que participaron niños y niñas, compartiendo sus experiencias y anhelos. Fue uno de los momentos más emotivos del día. “Echo de menos mi colegio, todas las noches me duermo pensando en él, en la maestra y en mis compañeros. Me despierto también pensando en ellos”. Así habla Marjan Ahmadi, una niña de 11 años que tuvo que emigrar con su madre y su padre de Afganistán tras la toma del poder de los Talibanes. Ahmad Muzamel Ismail Khil, de 11 años, echa de menos a su abuela, su barrio y la cancha donde jugaba con sus amigos. En la mesa participaban dos niñas que estudian en colegios canarios, Inés Sánchez (15 años) y Cristina Martínez (14), que pidieron que la situación de las mujeres y niñas de este país deje de ser invisible en España: “basta con que pase en un solo país para que todas luchemos”.

Foto: AmecoPress.


Sociedad – Mujeres del mundo – Derechos humanos – Encuentros y jornadas – Legislación y género. 01 octubre. 22. AmecoPress

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