Pilar López Sancho, el rigor de una mirada comprometida con la igualdad

Madrid, 13 mar. 18. AmecoPress.- Pilar López Sancho no cumple con el estereotipo de investigadora ni de física, aunque ha aprendido que en la ciencia, como en toda construcción cultural y humana, “también hay sesgos y estereotipos machistas”. Se decidió por la Física, un año antes de entrar en la Universidad, para "entender las leyes del Universo", un área donde la presencia de mujeres era y es escasa.
Su carrera científica se ha desarrollado siempre en el ámbito de la Física de la Materia Condensada: propiedades electrónicas de superconductores de alta temperatura crítica, de nanotubos de carbono y de grafeno y otros sistemas con fuerte correlación electrónica. Consciente y defensora de la importancia de la visión de género dentro del quehacer científico, esta investigadora se ha implicado en el desarrollo de innumerables comisiones, proyectos y acciones destinadas a evidenciar las desigualdades entre hombres y mujeres en el desarrollo de la carrera investigadora y a visibilizar los aportes de las mujeres a la ciencia y la tecnología.
Con una mirada ágil, curiosa y divertida, examina con rigor el mundo que le rodea y trata de establecer conexiones capaces de aprovechar inercias y reestablecer equilibrios. Comparte sus análisis con cercanía y generosidad y muestra sus dudas y sus comprensiones. Convence.
Usted cuenta que llegó a la física porque quería comprender el universo. ¿Le ha ayudado la física a comprender al ser humano?
La física me gustó de siempre, pero el mundo de la investigación es muy cerrado, estás aquí, entre tus compañeros, entre gente que comparte una misma temática, intereses comunes. Cuando empecé a moverme en el tema de mujeres y ciencia, empecé a conocer a mucha más gente, mucho más diversa y eso me hizo relativizar muchas cosas y a ser más crítica con el sistema. Para nosotros, como científicos, basados en la ciencia, que es muy objetiva, que se sustenta en datos objetivos, es complicado aceptar la existencia de prejuicios y de sesgos; pero me fui dando cuenta de que, como todo, la ciencia es también cultural, es algo hecho por la mente humana y eso te cambia. Recuerdo que cuando se formó el área de materiales solo había una profesora de investigación.
Cuando preparaba su entrevista, me vino a la mente una idea peregrina. Las mujeres a veces tenemos cualidades similares a las del grafeno, del que usted resalta que “al ser un material tan elástico y resistente, los electrones tienen gran movilidad”. Eso explicaría que usted, aunque su actividad principal sigue siendo la investigación científica, esté implicada en todo tipo de actividades (conferencias, charlas, mesas redondas....) para poner de manifiesto la situación de las científicas y tecnólogas en nuestro país y para dar visibilidad a sus aportaciones. ¿Cómo lo consigue?
Si te digo la verdad este año se me ha ido de las manos, lo del 11 de febrero –Día Internacional de las Niñas y las Mujeres en la Ciencia- ha sido espectacular. Obviamente mi investigación se ha resentido en estos últimos años. La Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC tiene unas obligaciones concretas que es hacer la memoria, hacer el informe anual y para eso me ayudan algunas de las vocales. Luego hay cosas que hay que atender, me escriben muchas mujeres que, por ejemplo, tienen problemas para que se les reconozca la maternidad (parece mentira, pero eso está pasando) y tienes que ayudar. Yo tampoco soy una persona que tenga cualidades para esto, me ido desempeñando sobre la marcha, como he podido, y te lleva tiempo.
Creo que es un momento importante, quizás por esta explosión que hay, que está acompañada también por lo que está pasando en Estados Unidos, que está removiendo conciencias. Porque en España, como hubo momento en el que la legislación avanzó mucho en poco tiempo, se creó la idea de que la igualdad estaba conseguida. Pero las estadísticas no muestran eso.
Estadísticas segregadas por sexo, una radiografía de la desigualdad
Efectivamente, usted es una defensora de las estadísticas segregadas por sexo. ¿Por qué?
Las estadísticas demuestran que el avance está siendo muy lento, la tijera va muy poco a poco, en siete años sube 2 puntos. Las mujeres son el 60% de las universidades, están ganando los grados, lo que hay que cambiar son las estructuras. La Comisión Europea ya cambió la estrategia en el 2011 y exige transparencia en los organismos oficiales, transparencia de criterios a la hora de evaluar, transparencia en la toma de decisiones. Aquí, todavía, todo esto es muy opaco y los sesgos, aunque sean inconscientes, permanecen, aunque no nos demos cuenta.
De todas las estadísticas de lo múltiples informes en los que ha participado. ¿Qué datos son los más significativos, en el sentido de que hablan por sí solos de la desigualdad?
A mí me llamó mucho la atención un informe que hizo el Ministerio con la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas sobre los premios a la investigación en España. Los premios fin de carrera, que son a los mejores expedientes, los consiguen el 52,4% de mujeres y los premios nacionales de investigación, aunque son dados por el Ministerio, no llegan al 8% de mujeres. Aquí pasa algo y no somos capaces de corregirlo.
Pareciera que no es suficiente la legislación existente.
No, porque en muchos casos no se cumple a rajatabla y la costumbre mantiene algunas inercias, sobre todo en las evaluaciones de méritos. Eso es más evidente según vas subiendo en escalafón. También se ve en los consejos de administración, en los premios científicos, en los cargos de representación... Es difícil convencer a un científico, que se tiene a sí mismo por alguien objetivo y empírico, de que existe ese sesgo. Algunas voces dicen: "Es que las mujeres no quieren esos cargos". Quizá influya que tienen una carga doméstica muy fuerte, pero no solo es eso. En la generación anterior a la mía se decía que las mujeres, al tener hijos, no podían llegan a los escalafones más altos. Hice una estadística a pequeña escala y un porcentaje importante de las investigadoras, en los años 40 y 50, eran solteras sin hijos. Así que hay más factores.
Desde el año 2000 la Comisión Europea con el Grupo Helsinki de Mujeres y Ciencia empieza a hacer estadísticas, se están analizando las causas y se recomienda cambios estructurales en los organismos científicos para mejorar la situación de las mujeres, visibilizar su trabajo e incentivar vocaciones en las niñas. Así habrá más talento que ahora se está perdiendo.
¿Cuáles serían las causas de esa infrarrepresentación?
Hay muchas teorías... Pienso que tienen que ver con la necesidad de cambiar unos valores Tradicionalmente parecía que había que ser un elegido, un fuera de serie para dedicarte a la física. En algunas épocas ha sido una ciencia que ha cambiado grandes paradigmas. Las mujeres estaban al margen de este tipo de conocimientos. De hecho apenas hay modelos femeninos. En física solo hay dos premiadas con el Nobel, Marie Curie y María Goeppert-Mayer. A lo mejor un científico ya no tiene nada que ver con lo que era un científico en el siglo XIX, que es la imagen que tenemos todos, un señor serio, brillante. Ahora la ciencia necesita grandes grupos, los aparatos son muy caros, tienen que ser equipos de trabajo y tal vez ahí sí que cabría otro tipo de valoración de los currículums también. Si sólo valoras las publicaciones y el impacto de las publicaciones y no valoras lo que es poner a punto un laboratorio o enseñar a utilizar los aparatos, cosas que, según dicen estadísticas mucho más finas que las nuestras, lo hacen mucho las mujeres, pero que no está reconocido en los currículums, se mantienen las desigualdades. Evidentemente la divulgación es una parte de nuestra función, la cultura científica en España es bajísima y también tendríamos que hacer algo al respecto.
Todo eso tiene que cambiar, tiene que contemplarse y valorarse adecuadamente. Es complicado ese cambio mentalidad, porque además, cuando lo expresas, se sienten ofendidos, especialmente los hombres, como si los estuvieras acusando de machismo y simplemente estamos diciendo que las cosas hasta el momento han sido así pero a lo mejor ha llegado el momento de plantearnos que tienen que cambiar.
Sesgos machistas en ciencia
En ciencia, en principio parece incongruente que se mantengan sesgos machistas porque es gente que trabaja con datos empíricos y por eso a los científicos les cuesta mucho reconocer que están sujetos a los mismos sesgos machistas que el resto de la sociedad. Además de la estadística, está la experiencia. ¿Cuesta reconocer cómo actúan esos sesgos machistas?
Totalmente. En el año 2013, en torno al 8 de marzo, la revista Science sacó un número especial donde había un “test rápido” que pongo muchas veces de ejemplo en las charlas. Una señora, feminista, se había hecho el test rápido y por ejemplo, le preguntaban por un astrónomo y rápidamente le salía un señor con barba. Eso lo tenemos dentro y no es una cosa fácil de quitar.
Otro ejemplo, con el lenguaje, que hasta los académicos se ponen en contra de que cambie y se haga más inclusivo. Nosotras, desde la Comisión, hicimos un PDF muy sencillo sobre el lenguaje no sexista y tú no sabes lo que fue aquello, nos empezaron a llegar correos, de gente joven también, acusándonos de gastarnos el dinero en tonterías (fíjate que no nos había costado nada), algo tremendo. Afortunadamente, entonces teníamos un director adjunto en la Comisión - en la Comisión están obligados a participar dos hombres, cosa que a mí me parece muy bien-, que nos defendió.
¿Encontró muchos obstáculos cuando en 2001, se propuso la creación de la Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC?
La Comisión surgió de una manera muy espontánea, había un acto en 8 de marzo, al que venían bastantes ministras, y hubo unas declaraciones que generaron mucho revuelo entre las mujeres que estaban en ese acto. A la salida hablamos con el presidente del Consejo, que era físico y si bien nos dijo: “¿cómo que sesgo, pero qué decís, en una organización científica la valoración es objetiva, neutra?”, hizo un grupo de trabajo y ese grupo elaboró las primeras estadísticas segregadas por sexo en un organismo público español y demostró que había un 31% de mujeres y de ellas, el 73% estaba en la categoría más baja y se jubilaban en la categoría más baja.
Al presentar esos datos y propuestas en el Comité científico asesor hubo problemas, porque ese Comité era para asesorar en la mejora de la carrera científica, y por un lado, los sindicatos pensaban que era clasista, los entendidos decían que habíamos hecho unas estadísticas que eran una “birria” porque no se había tenido en cuenta la población activa, el número de doctores, etcétera. Pero este presidente lo apoyó, iba a las reuniones y la Comisión empezó hacer las estadísticas anuales, que permiten también ver si se progresa o no. Ha sido importante para poner sobre la mesa que hay una cultura machista que la tenemos todos.
Obstáculos
¿Cuáles son los principales obstáculos a los que se enfrentan las investigadoras?
La maquinaria oficial está hecha de forma que cualquier pega o particularidad, bloquea. En el caso de las bajas por maternidad todavía se encuentran muchos inconvenientes, falta de reconocimiento. La legislación oficial no está hecha pensando si hay un investigador que a lo mejor tiene custodia compartida y pide un traslado, y algo así te afecta en un tiempo que es crucial para tu carrera. La valoración de la productividad por objetivos también es importante, cuando tienes una baja por enfermedad la pierdes, y todavía hemos encontrado algún caso de mujeres que la han perdido por maternidad, y la maternidad no es una baja es una licencia.
Antes comentaba que falta cultura científica, pero en el caso de las mujeres científicas la invisibilidad es todavía mayor. ¿Qué consecuencias tiene esta laguna?
Creo que es injusto no haber reconocido sus logros, se los han apropiado otros. Esto pasa en todos los ámbitos, en ciencia, en literatura, en arte… En el caso de la ciencia tiene un efecto en la sociedad relacionado con las bajas vocaciones en las niñas. Además, la idea de que hace falta ser un genio para hacer ciencia no es cierto, si tienes curiosidad y trabajas y tienes instrumentos, puedes hacer ciencia. Y lo cierto es que la humanidad avanza gracias a una serie de descubrimientos que nos van cambiando la vida. Es importante trabajar para que las niñas tengan referentes en el campo de la ciencia y la tecnología que les faciliten el acceso a esas carreras.
También juegan un papel fundamental los estereotipos, que se configuran a edades muy tempranas.
En el año 2017 un artículo llamado ‘Los estereotipos de género acerca de las habilidades intelectuales’ basado en un estudio hecho en Estados Unidos, en familias de clase media, en escuelas públicas arroja conclusiones al respecto. Hacen un estudio a niños y niñas de cinco años, de seis y de siete, pidiendo que asocien el ser muy brillante o ser muy simpático a niños o niñas. A los cinco años, tanto los niños como las niñas asocian a su propio género ser muy brillantes o ser muy simpáticos. A los seis las niñas ya no asocian tanto a su género el ser muy brillante y a los siete tampoco. Pero lo gordo es que cuando le dan juegos para gente muy inteligente o para gente muy trabajadora, las niñas a los cinco años cogen de igual manera uno u otro, pero a los seis ya no les interesan los juegos para gente muy brillante y sí los orientados a gente muy trabajadora. Es decir, entre los cinco y los seis años hay algo que ha cambiado y eso les va afectar a la hora de elegir la carrera. ¿Qué ha pasado? Son muchos factores influyendo en la educación. En España más del 70% de los puestos de trabajo en el sector educativo los desempeñan mujeres, pero los libros de texto no tienen referentes femeninos, hay muy pocas mujeres científicas.
La inclusión de mujeres en todos los estratos de la carrera científica, en los tribunales, en los libros de texto, es para empezar una cuestión de justicia social. Pero además, el hecho de que la investigación y la ciencia introduzca, como propone Europa, el género en los contenidos de la investigación, es fundamental, es decir, que se haga ciencia sin dar por hecho que lo masculino es lo universal. El ejemplo conocido de la diferencia en los síntomas de un infarto entre hombres y mujeres. ¿Sigue habiendo resistencias a la incorporación de este enfoque? ¿Podría señalarnos algunos ejemplos o áreas en las que su necesidad sea fundamental?
En 2013 se aprobó en el Parlamento europeo un proyecto que se llama Gendered Innovations, en colaboración con la Universidad de Stanford. Uno de sus objetivos, que también es objetivo del horizonte 2020 de la Comisión Europea, es incluir el género en los contenidos de la investigación, siempre que sea pertinente, que es muchas más veces de lo que nos creemos. Las medicinas se prueban en hombres o en el ejército y luego se escalan al peso de las mujeres y de los niños y por ello ha habido que retirar muchas; en transporte, es importantísimo; los cinturones de seguridad de los coches están probados con dumex que tienen las medidas de los hombres y en las embarazadas por ejemplo pueden ser mortales. Vamos avanzando, sobre todo a nivel de proyectos europeos, y también se están cambiando cosas en los protocolos de hospitales.
¿Y respecto a la configuración de tribunales más paritarios, hay avances?
En 2005 se aprobó una orden del Ministerio de la Presidencia que establecía que tenía que haber una presencia equilibrada de hombres y mujeres en los tribunales, eso también levantó ampollas. Hasta entonces no había nada que impidiese que las mujeres estuvieran en los tribunales, se daba por hecho que éramos iguales por ley, pero la realidad era que su presencia era muy baja y muchas estaban en el tribunal suplente. A pesar de la orden, esa inercia continuó: se llegaba al 40% de mujeres pero con los suplentes. Hay áreas en las que la escasa proporción de mujeres hace más difícil el equilibrio en los tribunales. Aun con esa medida (que no implica cuotas, es justicia, porque si hay un 40% de investigadoras, hay que tenerlas en cuenta a la hora de decidir), sigue habiendo menos mujeres en muchos tribunales.
Cambios en la estructura social
El otro día asistí a una charla en un colegio en la que participaban jóvenes científicas. Una de las principales quejas era que la estructura social está pensada para que la persona científica esté dedicada desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde sólo a su tarea de investigación, dejando de lado tareas de cuidado o de crianza o de desarrollo personal. ¿Es importante exigir que realmente se valore ese cuidado y se reparta por igual?
Bueno, según el informe del Foro Económico Mundial las mujeres dedican más de cuatro horas a trabajos no remunerados y los hombres una hora y media de media, fíjate si hay diferencia. Creo que sí, que esto tiene que cambiar. Además, la imagen de Marie Curie, que no paraba desde las ocho de la mañana, hay que cambiarla un poco. Ya los proyectos de investigación dependen de equipos muy grandes. Todo está cambiando y habría que aprovechar ese cambio para dar lugar a otra cosa también en el ámbito de los cuidados, la conciliación, la vida en general. Es preocupante que en un sector nuevo como es la informática en España haya sólo un 12% de mujeres y además ha descendido.
¿Cuáles son las principales líneas de trabajo que están desarrollando desde la Comisión de Mujeres y Ciencia?
Se ha propuesto a la Comisión de Igualdad –y más o menos está aprobado- hacer un distintivo de Igualdad, para ir promoviendo la cultura de igualdad. Hacemos estadísticas e informes en los que hemos ido ampliando los datos y sectores, hacemos propaganda de las directrices que marca la Comisión Europea, se sigue mejorando la web poniendo vidas de mujeres ilustres que son muy visitadas por institutos y en torno al 11 de febrero se hacen muchas actividades para promover la participación de niñas y mujeres en la ciencia.
Foto: archivo AmecoPress
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Sociedad – Ciencia y tecnología – Voces de Mujeres. 13 mar. 18. AmecoPress.