“El fenómeno de los pinchazos nos permite pensar que hay un movimiento de hombres organizados”

Valencia, 31 ago. 22. AmecoPress/Rebelion.org.- Lo que buscaría el agresor, dice Galiana, sería “la sedación, la desinhibición y la amnesia”. Pero no solo eso. El uso de estas sustancias, dice Galiana, pondría en la mesa otro factor: la premeditación, ya que “llevan las sustancias encima porque salen a cazar a sus víctimas”.
Ante un pinchazo, y mientras se esclarecen los casos denunciados, la recomendación de Galiana es “que acudan a un centro médico a realizarse un reconocimiento y, aunque sea difícil, porque normalmente se sienten sucias y quieren ducharse, es importante que no se laven, que no se cambien de ropa y denuncien lo antes posible para poder detectar esas sustancias en su cuerpo”.

Nombrar la violencia sexual
Laura Ariza pone el foco en la perversidad del mensaje que se lanza desde las instituciones de que hay que “atreverse a denunciar” como si no hacerlo fuera un signo de cobardía. El proceso, advierte, no es fácil y hay muchas personas que tardan meses o años en dar el paso.
Además, es habitual que en el proceso la víctima sea obligada a repetir numerosas veces una vivencia traumática porque “falta mucha coordinación entre profesionales y administraciones” en un proceso que puede suponer años desde la denuncia hasta que se celebra el juicio oral.
Arantza Abril, experta en violencia sexual, indica que lo más importante cuando conocemos un caso en nuestro entorno “es la escucha activa, sin juzgar”, para empoderar a las mujeres y que puedan tomar decisiones libres
Para Arantza Abril, lo más importante cuando conocemos un caso en nuestro entorno “es la escucha activa, sin juzgar”. “Y, en todo caso, preguntarle qué quiere hacer, si le gustaría hablar con algún profesional que le pueda ayudar a denunciar el caso o si simplemente quiere ayuda médica o psicológica”. “Respetemos siempre lo que la persona quiera sin juzgar y empoderar a la persona para que tome las decisiones que quiera y acompañarla de la manera que ella quiera”, dice Abril.
Las tres personas expertas consultadas para este reportaje impartieron un taller sobre violencia sexual destinado a estudiantes de Medicina de la Universidad de Valencia en marzo de 2022. Ariza, Abril y Galiana coinciden en que queda mucho por hacer, sobre todo en el ámbito de la prevención.
“No basta con esa educación sexual anticuada en la que únicamente se asustaba a las niñas con embarazos y enfermedades de transmisión sexual; hay que educar en el respeto al cuerpo propio y en el respeto a los demás”, dice Ariza.
Galiana está de acuerdo: “Es un delito de poder, no de placer. Para prevenirlo, es importante una adecuada educación en afectividad sexual. La pornografía refleja roles de violencia y degradación de la mujer y los adolescentes reciben esa educación visual y se crean esas expectativas”.
Arantza Abril coincide en que “hay que educar, educar y educar para romper esos círculos, y también a todos los estamentos policiales, judiciales, de servicios sociales o sanitarios, para que cada vez haya menos estigma y más empatía, para que estos procesos de denuncia sean más fáciles, más rápidos y tengan peores consecuencias para los agresores”.
Al igual que con la violencia de género hubo un proceso de cambio social para asumir que la violencia no era solo maltrato físico sino también psicológico, la llamada cuarta ola del movimiento feminista o el #MeToo, entre otros, están dando visibilidad y cambiando la sociedad. “Se está empezando a poner nombre a todas las violencias que se están sufriendo a nivel sexual”, concluye Ariza.
Fotos: El Salto. Laura Ariza.
— -
Estado Español – Las jóvenes – Violencia de género – Violencia sexual – Misoginia – Talleres. 31 ago. 22. AmecoPress.