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Todas somos Amina Al Filali

Internacional, Opinión, Mujeres del mundo, Derechos humanos, Violencia de género, Madrid, Miércoles 21 de marzo de 2012, por Mercedes Arancibia

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Madrid, 21 mar. 12. AmecoPresss/PES.- Ha tenido que suicidarse una chica de 16 años, y hacerse eco todos los medios de comunicación internacionales -porque suicidios como éste debe haber más de uno-, para que el poder absolutista de Marruecos se plantee modificar el artículo del código penal que permite a los violadores eludir la cárcel casándose con la víctima a la que, por supuesto, nadie pregunta si está o no de acuerdo. Es un “apaño” más entre familias, lo mismo que los demás tipos de matrimonios forzados, que son muchos.

Amina Al Filali se suicidó el sábado 10 de marzo de 2012 en la ciudad de Larache, antiguo protectorado español, tragando un veneno matarratas, después de que la obligaran a casarse con el hombre que la violó cuando tenía 15 años. Una violación que se habría considerado “ordinaria”, incluso banal en Marruecos, donde son habituales este tipo de agresiones, de las que apenas existen estadísticas, si la joven no se hubiera suicidado. Ordinaria y banal pese a la nueva Constitución, aprobada en julio de 2012, que establece la igualdad entre los sexos y condena expresamente “cualquier discriminación”.

El matarratas ha sido para Amina el único medio a su alcance para «protestar» por el matrimonio forzado, según Fouzia Assouli, presidenta de la Federación de la Liga democrática para los Derechos de la Mujer: “El drama subraya no solo el problema de la violencia contra las mujeres en el reino, sino también la dramática ambigüedad del código penal marroquí que en su artículo 475 oculta expresamente llamar violación al delito y castiga al “raptor”, salvo que contraiga matrimonio con la víctima”.

De momento, y como respuesta oficial, la única mujer en el gobierno islamista, la ministra de la Solidaridad, la Mujer y la Familia, Bassima Hakkaoui, ha reconocido en la televisión pública 2M que el caso plantea un “auténtico problema”, y ha preconizado la reforma de la ley. “Es un grito que lanza la sociedad”, ha dicho la ex ministra Nouzha Skalli, quien ocupaba el mismo puesto en el anterior gobierno: “la ley considera a la menor violada como una criminal, aunque sea la víctima”.

¿Qué quieren que les diga? Poca, muy poca cosa para condenar una situación injusta que está enquistada y no lleva visos de solucionarse pronto.

Mucha más sensibilidad que estas dos mujeres con poder ha demostrado un hombre, Mustafá El Khelfi, portavoz del gobierno y ministro de Comunicación, quien ha declarado: “A esta chica la violaron dos veces, la última cuando la casaron”. El matrimonio lo celebró el «tribunal de la familia» de Larache, hace seis meses, después de la «reconciliación» entre ambas familias y de que los padres de la víctima, que era menor y estaba bajo la tutela paterna, hubieran retirado la denuncia presentada inicialmente.

Como no podía ser menos, “Todas somos Amina Al Filali” está arrasando en la Red. En facebook se recogen comentarios y se almacenan firmas para pedir la reforma legal. “Mas allá del aspecto legislativo –se lee en el editorial del diario francófono L’Economiste- es un asunto de costumbres, de la percepción que perdura de la mujer-objeto, de la falta de educación propiamente dicha, y de educación sexual entre otras cosas”.

El tabú que existe respecto a este tipo de agresiones, las dificultades que encuentran las víctimas para denunciarlas y los arreglos familiares, ocultan la amplitud del fenómeno de la violación en Marruecos, del que apenas se habla en la esfera pública. El gesto desesperado de Amina lo ha expuesto a la luz en toda su cruda realidad. En muchas familias marroquíes, donde tienen un gran peso la tradición y la religión, la pérdida de la virginidad fuera del matrimonio se considera un deshonor.

Lo normal es que, con ayuda de la justicia, se llegue a estos “arreglos” para que las niñas violadas se casen con su agresor, quien así evita tener cumplir hasta 20 años de cárcel. Marruecos no es el único país donde ocurre. También en Túnez y Argelia, el violador escapa a la condena si la víctima acepta casarse con él.

En un artículo publicado en el periódico Jeune Afrique se asegura que el 62,8% de las mujeres marroquíes ha sufrido recientemente «algún tipo de violencia, de una forma u otra», la mayoría de ellas en medios urbanos, y el 23% «algún tipo de violencia sexual, en un momento u otro de su vida», según una investigación oficial publicada el lunes 12 de marzo de 2012. “De los 9 millones de mujeres de entre 18 y 64 años del país, cerca de 6 millones sufrieron algún tipo de violencia en los meses anteriores a la investigación”, que se efectuó entre junio de 2009 y enero de 2010.

De todas las formas de violencia, “la más frecuente y extendida es la violencia psicológica”, precisa el organismo oficial (Alto Comisariado del Plan Marroquí, HCP) que llevó a cabo el sondeo con una muestra de 8.300 mujeres. El HCP define la violencia psicológica como “un acto que consiste en dominar o aislar a una mujer, así como humillarla o incomodarla. Cerca del 48,4% de mujeres preguntadas padecen violencia psicológica (…) presente sobre todo en el ambiente conyugal y entre las jóvenes de 18 a 24 años”, que son las principales víctimas. Respecto a la violencia sexual, la investigación del HCP precisa que “es tres veces más numerosa en ambientes urbanos que en el medio rural».

Foto: PES.

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Internacional – Opinión – Mujeres del Mundo – Violencia de género – Derechos Humanos. 21 mar. 12. AmecoPress.




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