“¿Te imaginas que supieras que tu hija está siendo violada?”
Madrid, 07 dic. 16. AmecoPress. Es difícil escuchar a Nareen Shammo y no conmoverse. Ella lo busca, por no sentirse sola, pero sobre todo por hacer justicia con la lucha de las mujeres yazidíes en Irak y tratar de abrir la puerta de la solidaridad y el compromiso de quien recibe el impacto de la barbarie a través de su voz. La experiodista de 28 años de edad de Bahzani, un pueblo asirio situado en el norte de Irak, dedica su vida a salvar a las mujeres de la población yazidi, un grupo etno-religioso en manos del llamado Estado Islámico. El lunes estuvo en Madrid, en la sede de Amnistía Internacional.
“¿Alguien sabe quiénes son las mujeres yazidíes?”, pregunta al comienzo de su intervención. Y se abre el primer silencio. “Son mujeres que forman parte de una de las comunidades religiosas y étnicas mas antiguas de Oriente Medio y Mesopotamia. Un población que ha sufrido hasta 74 genocidios, el último en el verano de hace dos años”.
El 3 de agosto de 2014 los combatientes del Estado Islámico (EI) atacaron la población de Sinjar, al noroeste de Irak. Era de noche, la gente dormía. 5.000 hombres, mujeres y niñas fueron asesinadas. A muchas de ellas las enterraron vivas. Doce días después la ciudad de Kojo sufrió igual suerte. 712 hombres murieron acribillados. A los bebés, las personas mayores y las enfermas las subieron a una montaña y las dejaron morir de hambre y sed. Sólo sobrevivieron las mujeres y los niños. A ellas las violaron y se las llevaron para venderlas como esclavas sexuales y a los niños los aleccionaron para convertirlos en integristas y les entrenaron para matar. En total, 7.000 personas fueron secuestradas aquel mes de agosto por pertenecer a la comunidad étnico religiosa yazidí.
La vida de Nareen Shammo dio un giro ese verano. Trabajaba para un canal de televisión en Kurdistán, viajaba y disfrutaba de la vida. Pero ese 3 de agosto empezó a recibir llamadas y mensajes de mujeres yazidíes que habían escapado del ataque, contándole lo que estaba pasando y pidiéndole ayuda. Desde entonces, toda su energía está puesta en dar charlas por el mundo para dar a conocer lo que el Estado Islámico está haciendo no solamente con la población yazidí, sino también con las personas integrantes de la religión cristiana y la comunidad shabak en las zonas ocupadas por los radicales. Creó la red ’Initiative for Yazidis around the world’ en 2014 para localizar e intentar liberar a las mujeres yazidíes secuestradas por el EI. Desde 2014 es miembro del grupo de trabajo de Minorías de la ONU y ha expuesto ante las Naciones Unidas y ante los gobiernos de Alemania y Bélgica el drama que padece el pueblo yazidí. “El Estado Islámico está llevando a cabo un genocidio con quienes consideran infieles”, denuncia, “quiere pintar de negro el futuro de toda la humanidad”.
Desde los ataques a Irak del Estado Islámico, el 80 por ciento de la población yazidí ha abandonado sus hogares y se encuentra desplazada por diferentes lugares. En su exposición, Shamo lamenta la inacción no sólo de los gobiernos kurdo e iraquí, sino también de la comunidad internacional. “¿Os imagináis que mañana no supierais nada de vuestros familiares, que tuvierais la certeza de que vuestra hija está siendo violada?”, interroga buscando inestabilizar a la acomodada Europa representada en las 50 personas que hoy la escuchamos. “Nosotros tampoco pensábamos que podría pasarnos algo así”.
Testimonios desgarradores
La voz de Nareen Shammo se convierte en la de algunas de tantas mujeres que le hacen llegar sus testimonios. Mujeres vendidas hasta 9 veces en subastas públicas realizadas en un mercado. Madres violadas delante de sus hijos, que parieron solas después de pasar una semana encerradas sin comida, violadas nuevamente a los cuatro días de dar a luz. Mujeres secuestradas, utilizadas como esclavas sexuales, víctimas de matrimonios forzosos. Madres que vieron a sus hijos adiestrados en la violencia mas cruel. O que fueron obligadas a ver cómo cortaban en trozos a su hija y a cocinarla…”pidieron que las mataran porque eran incapaces de hacerlo, pero ellos quieren usarlas como esclavas sexuales”….
Refugio
Quienes logran escapar y sobrevivir a semejante barbarie llegan a unos campamentos, sin apoyo de ningún gobierno, donde tienen que enfrentar traumas psicológicos, problemas físicos, en condiciones inhumanas, con frio, sin apenas comida, sin dinero para comprar medicinas. Y con violencia. Nareen afirma que “por 5 dólares se puede comprar un ser humano en el siglo XXI”, recordando el negocio de la venta de niñas y jóvenes a manos de las mafias.
Dar voz a estas mujeres “es un deber humanitario y mi deber con mi pueblo”, dice Nareen al final de la “descripción” del sufrimiento de las mujeres yazidíes que ha calado en nuestras conciencias y que ella pide transmitir y dar a conocer en cualquier rincón. Esa es nuestra forma de ayudar: divulgar la campaña genocida contra la comunidad yazidí en el norte de Irak y pedir el compromiso con las personas refugiadas.
Con el apoyo de Amnistía Internacional la activista ha recorrido varias ciudades españolas para divulgar lo que está ocurriendo con la comunidad y las mujeres yazidíes. Es su manera de hacerlas visibles. Es fundamental que millones de personas tengan conocimiento de una realidad no suficientemente difundida. Que el mundo sepa de ellas. Tal vez así se pregunte por qué nadie hace nada.
Yo Acojo
Amnistía Internacional puso en marcha el 25 de noviembre el manifiesto #YoAcojo, para denunciar los atropellos que están sufriendo las personas refugiadas, en concreto las mujeres, que “son usadas como arma de guerra y como esclavas sexuales, son violadas y, cuando llegan a los campamentos, tienen que ocultarse para no ser acosadas por otros refugiados, por la policía y las mafias”.
“Quienes firmamos este manifiesto queremos acoger. Y consideramos que Europa no está dando la respuesta adecuada a las personas refugiadas. Al contrario, todo su esfuerzo hasta ahora se ha centrado en proteger las fronteras y convertir Europa en una Fortaleza”.
Especialmente trágica es la situación de mujeres y niñas expuestas a explotación y violencia sexual, y la de las personas en situación de mayor vulnerabilidad, como por ejemplo, las que tienen una discapacidad. Todas ellas han visto cercenada la vida que llevaban y se enfrentan a abusos y violaciones de sus derechos que nunca hubieran imaginado. Por no hablar de las miles de familias que se han roto y que encima sufren rechazo en los países que deberían ofrecerles una acogida digna.
“Queremos que los países de la Unión Europea, y España como parte de ella, garanticen a las personas refugiadas el apoyo que les corresponde, que den un paso adelante, que escuchen nuestra voz, que acojan”, reclama el texto.
Las mujeres refugiadas necesitan urgentemente protección frente a la violencia sexual y de género. “Instamos a los gobiernos de todo el mundo a que cumplan con su obligación legal de eliminar dicha violencia. Esto significa tomar medidas específicas como garantizar que la policía proporciona un entorno seguro y confidencial en el que las personas refugiadas puedan denunciar los casos de violencia de género,” reza el manifiesto.
En España, Amnistía Internacional también ha denunciado que las autoridades no están cumpliendo con sus compromisos de acoger a más de 17.000 personas para los próximos dos años. Por el momento el número de personas que han llegado por reubicación y por reasentamiento ha sido de 398 y 289 respectivamente. Es decir, un total de 687 son las personas que España ha acogido hasta ahora. De ellas, solo han sido reubicadas 76 mujeres y reasentadas otras 63.
Por otra parte, las pocas personas que han sido acogidas, se encuentran a su llegada un sistema de asilo que no les da la bienvenida que merecen. Tal y como denunció la organización en su último informe, se trata de un sistema discriminatorio, arbitrario, obsoleto e ineficaz que puede llevar a las personas a la indigencia a medio plazo.
Solidaridad con las mujeres yazidíes en Grecia
Este año, Amnistía Internacional pide a sus simpatizantes que envíen mensajes de solidaridad a un grupo de mujeres yazidíes del norte de Irak que se vieron obligadas a huir en agosto de 2014 y permanecían varadas en Grecia en condiciones terribles.
Durante más de cinco meses, las mujeres estuvieron en el campo de Nea Kavala, donde las condiciones son espantosas: mala iluminación, falta de retretes y duchas seguros o separados, y ningún mecanismo al que denunciar el acoso sexual. Se sentían muy inseguras, así que formaron un “círculo de protección” para cuidar unas de otras, ante la ausencia de protección por parte del Estado en el campo. Desde entonces, se han trasladado a otro campo.
“Grecia y otros países que acogen a refugiados deben actuar urgentemente para mejorar las condiciones de recepción de las personas refugiadas que permanecen varadas en el país; entre otras cosas, deben tomar medidas adecuadas para garantizar la seguridad de las mujeres y niñas refugiadas”, ha manifestado Catherine Murphy, de Amnistía Internacional.
“Como mínimo absoluto, esto significa garantizar que a las mujeres, niñas y personas LGBTI refugiadas se les proporcionan retretes seguros y zonas de dormitorio, así como acceso a servicios y atención médica para quienes han sufrido violencia de género.”
Envía un mensaje de solidaridad al grupo de mujeres yazidíes para que sepan que no están solas.
Foto: AmecoPress y AI
— -
Pies de foto: Momentos de la conferencia; Kurtey, Ghazal, Karmey, Beshey y Noorey © Amnistía Internacional (Photo: Richard Burton)
— -
Internacional – Mujeres del mundo – Religiones – Derechos humanos; 07 diciembre. 16. AmecoPress