Por una hora de mi tiempo

22 de diciembre de 2008.

Por Elena Duque

Sociedad | Madrid | Coeducación



Los Bancos del Tiempo ofrecen una alternativa al consumismo: el trueque de habilidades en unidades temporales


El Banco del Tiempo (BdT) es un proyecto ciudadano que nace con el espíritu de crear redes de ayuda y apoyo mutuo entre las personas. La unidad de valor es la hora, y las personas, voluntariamente, ofrecen su tiempo en actividades puntuales para las y los demás. Yo te preparo unas galletas, y tú a cambio ayudas a otra persona a aprender ingles. Cada una posee ciertas habilidades que puede compartir. Todas tienen el mismo valor en este banco.

“Pides los mismos favores que le pedirías a un amigo, pero ahora te sientes mejor, porque sabes que después le vas a pagar esas horas. Así nadie abusa”. Así lo ve Katya, una de las socias del BdT de Legazpi, “la número 13”. “Yo vengo de fuera, no tengo a mi familia aquí. El banco me ayuda en muchos aspectos”. Recuerda que ya había oído hablar de este tipo de organizaciones en Alemania, y cuando lo encontró aquí, decidió animarse. “Estás en una ciudad grande, anónima. Aquí encuentras gente en la que confiar para que te echen una mano. He conocido a muchas madres con niños pequeños también, con las mismas preocupaciones.”

Ella entró en contacto con este banco a través del programa de encuentro dirigido a familias con niñas y niños de 0 a 3 años del Centro de Apoyo a las Familias 1 (CAF 1). En aquellas reuniones, Milagros Benito, trabajadora social y responsable del BdT de Legazpi, presentó a las y los participantes la posibilidad de formar parte del proyecto, y además se nutrió de las ideas y propuestas que desde allí le hicieron. “Fue una parte muy bonita de la investigación, porque las mamás que participaban daban un montón de ideas”, recuerda. Algunas de ellas desde entonces se asociaron. Este banco cuenta en la actualidad con 61 socias y socios, “sobretodo mujeres, porque vinieron de aquel programa, y había más madres que padres”.

Una mujer viene a planchar a mi casa

En este BdT se reúnen personas de varias nacionalidades, además de la española: italiana, británica, mejicana, alemana… Algunas aprovechan la oportunidad para aprender idiomas, pero las actividades que se comparten son tan variadas como sorprendentes.

Katya comenta como una socia ha ido en un par de ocasiones a su casa a planchar, a pesar de que ella no le devuelve directamente el favor. “Yo, la mayor parte de lo que hago es para niños, y ella no tiene hijos”. No importa, porque puede beneficiarse de cualquier otra actividad del banco. Es otra de las ventajas de este sistema: la cooperación no es de particular a particular, si no que toda la actividad se vuelca en la comunidad. “Unas veces uno da más de lo que recibe. Entonces acumulas horas, que más tarde puedes utilizar”.

Otro ejemplo curioso es el de un socio que se ofrece para hacer arreglos en las casas. “Ha arreglado varias duchas, estores…”, cuenta Milagros. Un manitas de los de siempre, que seguro que tarda menos en aparecer que el fontanero, y además lo hace con gusto.

Por segunda vez, el banco ha puesto este año en marcha un mercadillo. En total aparecieron 114 personas con sus respectivos objetos para canjear por tiempo. Bolsos, peluches, un traje de esquí, bisutería hecha a mano, y hasta mermeladas y rosquillas caseras. El precio: entre 5 y 10 cronos cada objeto. “Los cronos son la moneda de cambio que hemos establecido. Diez cronos equivalen a una hora, y cinco, a media” explica Milagros. Lo que más valoran de la experiencia es que cada participante elegía libremente el precio de lo que ofertaba, y nadie lo valoró en más de diez cronos. “Se rompe el materialismo y el consumismo al que estamos acostumbrados”, señala Laura Piñeiro, directora del CAF 1, quien recuerda con una sonrisa que hubo incluso un varón que colaboró con sus canciones en directo, animando la velada.

Las actividades grupales en esta organización son cada vez más frecuentes, con una media de tres al mes desde septiembre. Pero también, a medida que crece la confianza, comienzan los intercambios personales, como puede ser un corte de pelo. “A mi siempre me lo corta una de las socias”, dice Katya.

Se desarrollan y se ofrecen muchas otras actividades: higiene dental, automaquillaje, cuidado de niños, bricolaje, cocina, servicios de costura, shiatsu… Incluso hay quien enseña a otras madres a preparar fiestas de cumpleaños. Se trata de compartir aquello que se nos da bien, porque puede que para otros no sea tan fácil. Cualquier idea es buena si con ella puedes ayudar a alguien.

Voluntad de dar, y de recibir

El consumismo desaparece en este pequeño mundo al revés: la gente en vez de venir a pedir, viene a ofrecer. Muchas personas no saben que pueden dar y llegan al centro preguntando cómo pueden ayudar Aquí comienza la labor de Milagros. “Normalmente la gente viene diciendo que quiere aportar algo pero no sabe que puede hacer. Entonces les pregunto qué quieren recibir ellos, y siguen sin saber”.

Milagros les pregunta por sus aficiones, sus intereses, y les da ejemplos de los intercambios que ya se han hecho. “Hay q ir rascando”, explica, y al final siempre se sorprenden de lo mucho que pueden dar. Sin importar tu profesión o tus estudios, cada una y cada uno sabemos hacer pequeñas cosas que creemos insignificantes, y que por ello no solemos tener en cuenta.

“A mucha gente se le ocurren más cosas que puede dar que cosas qué quiere recibir”, interviene Katya. En ocasiones es difícil saber qué podemos demandar a los demás. “Muchas veces lo que tú necesitas son favores muy pequeños” que surgen en la vida cotidiana, y tener a alguien dispuesto a ayudarte facilita mucho el día a día.

La mayor parte de los intercambios son grupales, como por ejemplo, las reuniones en las que Katya enseña a otras madres y a sus hijos a hacer farolillos de San Martín, propios de Alemania. “Los niños se lo pasan genial”, señala, pero además se produce un profundo intercambio de tradiciones y de culturas que tenemos al alcance de la mano, pero que muchas veces ni tan siquiera vemos. “Una parte muy importante de los intercambios es crear esa red de confianza, esos lazos, de conocerse unos a otros”, manifiesta Milagros.

Al BdT la gente se acerca con una gran voluntad de compartir. “Lo importante es la implicación de las socias, y su motivación”, destaca Milagros. Son ellas además las que con frecuencia traen a nuevas socias, que se han interesado y ya saben cómo funciona, de modo que inmediatamente “dan más solidez y más continuidad”. Otros lo conocen por Internet, o a través de otros bancos. “Hay mujeres con niños pequeños que buscan poder hacer actividades con ellos y vienen hasta aquí”, porque gracias a Katya y a otras compañeras, en este centro se realizan muchos talleres familiares.

Coordinación municipal

Cada CAF, en total seis en Madrid capital, cuenta con su propio BdT. Juntos han creado una red de intercambio de información y de actividades. (…) Al principio, cuando la idea se estaba gestando, trabajaron en conjunto para el desarrollo del proyecto. Ahora, gracias a Internet, cada mes intercambian la información de las actividades que tienen planeadas, y comparten la oferta y la demanda. (… sobre lo de q unos van a otros bancos)

Además, este centro está sirviendo de ayuda y ejemplo a otras iniciativas similares. Hace un tiempo, varios miembros de una asociación de senderismo llamada El Bordón, de Plasencia, se pusieron en contacto a través del correo electrónico para conocer la actividad. Hace poco han viajado hasta Madrid para entrevistarse con Milagros y recibir asesoramiento y pronto abrirán su propio BdT en su localidad.

Muchos otros BdT funcionan por toda la geografía española, la gran mayoría por iniciativas personales o de asociaciones, y se basan totalmente en el voluntariado.

Los CAF

Los Centros de Apoyo a las Familias colaboran con el Ayuntamiento de Madrid en varios proyectos, además del Banco del Tiempo, funcionando como un espacio de prevención y apoyo ante las dificultades que puedan surgir en el seno familiar.

Dichos programas tratan la información y la formación, la orientación y atención psicológica, la mediación familiar y el cuidado y la atención de las madres y los padres a las y los menores de 0 a 3 años. Cuentan también con un programa especializado de prevención de la violencia en el ámbito familiar. Están gestionados por varias ONG, con equipos formados principalmente por psicólogos.


Fotos: AmecoPress

Pie de foto: 1) Katya. 2) Milagros Benito, Katya y Beatriz Piñeiro. 3) Sala de juegos del CAF 1


Sociedad-Coeducación; 22 diciembre (08) AmecoPress

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