Ruralidad y Feminismos: la combinación perfecta para alcanzar la igualdad

14 de octubre de 2022.

Por Andrea Sánchez

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En 10 años se ha conseguido disminuir la brecha de género laboral en el medio rural en un 14,3 por ciento


Madrid, 13. oct. 22. AmecoPress. No todo está perdido, algunos de los avances que se han conseguido para las mujeres se encuentran recogidos el en Diagnóstico de Igualdad de Género del Entorno Rural 2021. Los esfuerzos por conseguir políticas feministas que frenan las desigualdades entre hombres y mujeres en el mundo rural están dando frutos. La creación de la figura de titularidad compartida junto con proyectos de apoyo y emprendimiento de organizaciones de mujeres están ayudando a luchar contra esta discriminación. Estas reivindicaciones y muchas más serán celebradas el día Internacional de las Mujeres Rurales (15 de octubre). No todo está perdido, pero la lucha por los derechos de las mujeres continúa.

Se han conseguido algunos avances en cuanto a la igualdad y el progreso de las mujeres rurales. Una de las principales mejoras que se han vivido en el sector pone el acento en la inclusión de la perspectiva de género durante la redacción de la PAC (Política Agrícola Común) 2023-2027 y su Plan Estratégico. Estos documentos son esenciales para conseguir una situación paritaria en el mundo rural y así alcanzar un verdadero equilibrio entre hombre y mujeres. La aplicación del enfoque de género se traduce en la creación de ayudas específicas para las explotaciones agrícolas y ganaderas dirigidas por mujeres, además de la concesión de incentivos para explotaciones de titularidad compartida que ya se venían prometiendo desde 2011.

La ley de titularidad compartida ha supuesto el reconocimiento de una reivindicación histórica que ha demandado las organizaciones de mujeres rurales. La puesta en marcha de esta ley supone resaltar el trabajo llevado a cabo por las mujeres en las explotaciones familiares. Una lucha que ha conseguido que las mujeres no aparezcan en la categoría de “ayuda familiar”, ya que la mayoría comparten responsabilidades y tareas que se colocan al mismo nivel que aquellas realizadas por sus parientes. Esta ley permite que las explotaciones sean propiedad de ambas personas, lo que posibilita que los ingresos se repartan al 50 por ciento y se pueda hacer una declaración de la renta separada. Además, esta medida ha sido vista como un gran paso para visibilizar el trabajo de las mujeres dentro de este ámbito profesional, dar un apoyo a la agricultura familiar, aportar más acceso al control de explotaciones por parte de mujeres y promover el rejuvenecimiento de este sector laboral. La puesta en marcha de este ordenamiento crea una nueva figura jurídica que permite a las mujeres gozar de todos los derechos derivados de su trabajo.

La Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) lleva haciendo una labor de apoyo y activismo para conseguir la igualdad para las mujeres rurales desde hace mucho tiempo. La formación es una de las vías que más impulsan, de hecho, uno de sus últimos proyectos se ha basado en la celebración de unas jornadas informativas. Además de transmitir los nuevos avances que ha supuesto la implementación de la perspectiva de género en la PAC, han puesto en contacto a participantes con diferentes iniciativas de trabajo lideradas por mujeres. Otro de los planes que están llevando a cabo es la lanzadera Ruraltivity, para impulsar el emprendimiento rural.

La Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER) también trabaja en esta línea, por ejemplo, a través del Programa mujer rural y oportunidades de autoempleo y promoción de productos locales en el entorno de los espacios naturales protegidos a través del turismo.
Los requisitos que exige la Administración para adscribirse a este régimen de cotitularidad están recogidos en la ley, como el estar dada de alta en la Seguridad Social, ejercer la actividad agraria y trabajar directamente en la misma, así como residir en el ámbito rural donde se ubique la explotación.

Otra de las materias que incluye esta ley consistiría en regular aquellos casos en los cuales las mujeres no deseen adherirse a este régimen. De esta forma, la normativa contempla regular los derechos económicos generados a favor del cónyuge o persona vinculada por relación afectiva frente al titular de la explotación agraria. Existirá una contraprestación por su actividad, para hacer posible una regulación más justa en este campo. Desde FADEMUR celebran los logros conseguidos hasta el momento, mostrando su alegría por haber conseguido la “primera PAC feminista”. Sin embargo, manifiestan la continua situación de alerta para seguir construyendo políticas que promuevan la igualdad entre hombre y mujeres, “tenemos que seguir vigilantes, no está todo ganado”.

El 25% de la base social de las cooperativas rurales son mujeres

Los techos de cristal siguen siendo más bajos en las localidades más pequeñas. La escasez de mujeres en puestos de responsabilidad dentro del medio rural refleja una desigualdad que debe ser combatida. Dentro de las cooperativas, las mujeres representan alrededor del 25% de la base social, sin embargo, solo el 3,5% pertenece a los consejos rectores. Es decir, las mujeres siguen sin estar bajo el control de puesto de poder y decisión, algo que estaría directamente relacionado con la existencia de familias que no contemplan la ley de titularidad compartida como una opción.

Se ha producido un leve aumento de la población femenina en la tasa de empresariado, según señala el Diagnóstico de la Igualdad de Género en el Mundo Rural 2021. Probablemente la implementación de la Ley de Titularidad Compartida haya jugado un papel importante en este proceso. Tal y como indica el informe más de dos terceras partes de la población que trabaja en el medio rural son hombres, frente al 32% de mujeres. Los datos respecto al índice de Participación en el empresariado durante el 2011 han cambiado, ya que en este año las cifras correspondían a una representación del 76,8% de los hombres, frente al 23,2% de las mujeres.

Los cuidados siguen siendo una barrera para el crecimiento profesional de las mujeres

Como señala el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, “la perspectiva de género que incorporó el estudio también reveló que la presencia de estereotipos y roles asociados a hombres y mujeres producen serias desigualdades”. Algunos de estos estereotipos se reflejan en datos como las tasas de actividad registradas por diferencia de sexo. La brecha de género se cifra en 17,5 puntos porcentuales a favor de las mujeres, lo que implica que el 30% de las mujeres entrevistadas en el medio rural se sitúen fuera del mercado laboral. En los hombres esta cifra responde a un 12%, lo que ha llevado a los equipos de investigación a descifrar qué es lo que ocurre para que estas desigualdades se hagan efectivas. Han llevado a cabo análisis que concluyen que la inactividad de ellas se debe a que mayoritariamente se dedican al trabajo doméstico no remunerado, sin embargo, la cifra que representa a los hombres en este aspecto es anecdótica con un 0.8%. Los cuidados continúan recayendo en las mujeres, provocando con ello una menor presencia en el mercado laboral, mientras que el trabajo productivo sigue siendo una labor llevada a cabo por los hombres.

Además, la brecha de género en el empleo aumenta a medida que sube la edad de las personas entrevistadas. Pero un dato bastante esperanzador señala que la brecha era mucho más elevada hace una década en todos los grupos de edad.

Aún así, la mayoría de las mujeres quedan atrapadas en el suelo pegajoso que las hace permanecer en la base de la pirámide económica. Algunas cuestiones como el trabajo maternal, conyugal o doméstico suponen una forma de retención derivada de las responsabilidades y cargas afectivas y emocionales que dificultan su salida y realización personal lejos del ámbito familiar. De hecho, el informe ha confirmado que la mayoría de la población rural cree que las mujeres se ocupan de la salud de la familia más que de la suya propia, el porcentaje de personas encuestadas que han confirmado esta creencia es del 69,5%.

Las mujeres continúan teniendo los salarios más bajos

Otro de los datos a los que se tiene que prestar especial atención hace referencia al empleo a jornada parcial y las dobles jornadas que precarizan las vidas de las mujeres. Los contratos indefinidos son en un 42,3% para las mujeres y un 57,7% para los hombres, además de otros desequilibrios en cuanto a categoría contractual. Por ejemplo, los contratos de tipo fijo-discontinuo suponen el 69,9% de los hombres encuestados y un 30,1% de las mujeres. Además, las mujeres aparecen sobrerepresentadas en los rangos salariales inferiores a 600 euros, en cambio son más los hombres que cobran cantidades superiore a 1.601 euros.

A pesar de la averiguación de estos datos que perpetúan la desigualdad de género en el medio rural, el diagnóstico revela algunas esperanzas. La aceptación de la incorporación de las mujeres en el ámbito laboral es una de ellas, el 81,7% de las personas entrevistadas está en desacuerdo con que la vida laboral deba pasar a un segundo plano con la maternidad. También existe un desacuerdo generalizado sobre la asignación diferenciada de roles, algo bastante positivo en comparación con conclusiones de diagnósticos pasados. Ahora es necesario que estos pensamientos se hagan realidad y por fin se alcance una igualdad de género en el medio rural.

Foto: archivo AmecoPress, cedidas por FADEMUR.
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Economía - Voces de Mujeres - Mujeres Rurales - Política y Género - Empleo y Género - Empresarias - Mujeres Emprendedoras. 13. oct. 22. AmecoPress

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