Empoderar en rosa ¿Verdad o Reto?
México, 24 jul. 17. AmecoPress/SemMéxico.- El término “empoderamiento” aplicado a la situación y condiciones específicas que padecen las mujeres, fue utilizado por primera vez en 1995 en la Declaración de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer; este documento establece que el reconocimiento y la reafirmación de los derechos de las mujeres para decidir sobre su salud, la implementación de políticas y programas “sensibles al género”, la participación de las mujeres, el combate a la discriminación, el respeto a los derechos humanos, la promoción de la igualdad en el acceso a la tierra, el crédito, la capacitación, la tecnología, la educación, entre otros; son parte fundamental para el empoderamiento.
Sin embargo, derivado de la visibilización de los obstáculos que padecemos las mujeres, así como del avance en la lucha por el reconocimiento de nuestros derechos; el término ha evolucionado. Así, al día de hoy, el empoderamiento está asociado a una capacidad individual que es capaz de trascender al ámbito público.
De acuerdo con Joanna Rowlands (1997), el empoderamiento es “un conjunto de procesos psicológicos que, cuando se desarrollan, capacitan al individuo o al grupo para actuar e interactuar con su entorno de tal forma que incrementa su acceso al poder y su uso en varias formas” (como se cita en Meza et al, 2002:78).
La toma de conciencia y decisiones que pueden derivar en un reconocer y asumir la propia fuerza, capacidad y poder que como seres humanos poseemos, es un proceso que cada persona y de manera específica, cada mujer, debe llevar a cabo en soledad. Si bien, se pueden acompañar estos procesos de reflexión, esto no significa que exista persona o personas capaces de empoderar a una mujer.
Sin embargo, el empoderamiento, ha pasado a convertirse en una palabra más dentro del discurso de los políticos. Así, los gobiernos utilizan el término indiscriminadamente, prometiendo y promoviendo medidas de carácter asistencialista que nada tienen que ver con empoderar a las mujeres y sí con mantener brechas que dificultan el acceso de estas a sus derechos y a una vida libre de violencia.
Se ha confundido el empoderamiento de la mujer con el clientelismo, el asistencialismo y las dádivas paternalistas que el estado provee a manera de paliativos que buscan combatir la pobreza, manteniendo a las mujeres en condiciones de desigualdad respecto a los hombres y promoviendo los estereotipos y roles de género.
Como se menciona en el texto de la Declaración de Beijing, para promover el empoderamiento es necesario que se implementen políticas que promuevan la igualdad, es decir, la tarea de los gobiernos es brindar las condiciones necesarias para que las mujeres podamos acceder a nuestros derechos.
Políticas públicas que dejan fuera cuestiones como: la sensibilización de las y los funcionarios acerca de las problemáticas que atraviesan las mujeres, el respeto a los derechos de este sector poblacional, el combate a la violencia de género en todas sus manifestaciones y la perspectiva de género; son políticas de carácter paliativo que no permite el empoderamiento de las mujeres, sino que mantienen prácticas que derivan en omisiones por parte del gobierno e impiden el avance de las mujeres.
Hace algunos días, el gobierno del estado anunció la creación de la “tarjeta rosa”, un mecanismo que pretende “contribuir al empoderamiento de las mujeres” oaxaqueñas que viven en condiciones de pobreza.
Si bien no conocemos la metodología que hay detrás de esta nueva “política”, hay cosas que podemos comenzar a señalar respecto a la situación de las mujeres en Oaxaca. De acuerdo con la organización “Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad Oaxaca A.C.” durante los primeros siete meses de gobierno de Alejandro Murat 70 mujeres han sido asesinadas en la entidad, al día de hoy sin poder consultar el Plan Estatal de Desarrollo, ignoramos que papel juegan las mujeres dentro de la planeación del gobierno, sí la igualdad de género es un eje transversal o sí las mujeres somos un apartado más dentro del PED; a poco de iniciar el proceso electoral 2018, la tarjeta rosa se esgrime como el próximo objeto del clientelismo en Oaxaca; aunque esta puede no ser la idea bajo la que fue concebida, lo cierto es que nuestros políticos ven negocio en todo y esta “acción” puede derivar en eso, clientelismo puro.
No nos hagamos ilusiones, este mecanismo permitirá a las mujeres adquirir productos de primera necesidad, pero no combate problemas de fondo, sin un programa que complemente esta acción y que contemple cuestiones como el combate a la violencia, la tarjeta será un voto más.
Foto: SemMéxico.
— -
Opinión – Teoría Feminista – Empoderamiento. 24 jul. 17. AmecoPress.