Cuba: Ayuda a víctimas de violencia machista, el gran desafío
La Habana, 20 dic (11). AmecoPress / SEMlac. Tras casi cuatro años de recibir malos tratos, gritos, amenazas y golpes cada vez más fuertes de parte de su esposo, Marta finalmente se libró de su infierno matrimonial cuando Esteban, su marido, se subió a una balsa y se lanzó al mar, en 1994, en busca del exilio en los Estados Unidos.
"Ese día se acabó mi suplicio", cuenta a SEMlac esta habanera que aún no revela su nombre verdadero "porque mis hijos nunca supieron nada del calvario que pasé y prefiero que no lo sepan tampoco", confiesa ahora, aparentemente aliviada.
En aquellos días "viví de todo", recuerda. Desde encierros silenciosos en la casa, donde él la dejaba a veces "castigada", hasta la fractura del antebrazo que disimuló ante el médico y sus vecinas como "una caída en la escalera" y no producto de una paliza.
"La única vez que me atreví a ir a la policía fui al día siguiente a retirar la denuncia: de solo insinuarle que iría a contarlo me amenazó con quitarme la niña, que tenía dos años", relata Marta, quien para entonces vivía el cuarto mes de su segundo embarazo, no trabajaba y dependía completamente del esposo.
"Yo sé que fue una locura volverme a embarazar de él, pero a veces las cosas parecían mejorar y yo tenía la falsa idea de que podían arreglarse. En verdad todo se fue poniendo peor", reconoce.
La suya es una más de las historias que transcurren puertas adentro del hogar, adonde es difícil llegar con la ayuda que necesitan las mujeres víctimas de la violencia en cualquiera de sus variantes.
"Llegar e incluir a las mujeres maltratadas no es tarea sencilla, pero resulta clave si queremos atender verdadera y adecuadamente este problema social", sostuvo en comentario exclusivo para SEMlac la socióloga Clotilde Proveyer.
Esta urgencia ha retomado fuerza este año en espacios de reflexión y debate, académicos, institucionales y de la sociedad civil, a propósito de la Jornada Cubana por la No Violencia de Género.
De un silencio total al respecto, hace apenas 15 años, no han sido pocos los intentos desde diversos escenarios e instituciones para visibilizar el asunto, que está incluido ya entre los puntos de análisis en la conferencia del Partido Comunista de Cuba (PCC) fijada para enero próximo.
"Quienes nos dedicamos a estudiar este tema sabemos que las mujeres atrapadas en el ciclo de la violencia no pueden salir sin recibir apoyo, de la misma manera que necesitan crecerse y autovalidarse como sujetos para enfrentar por sí mismas ese reto", remarcó Proveyer, una de las iniciadoras de los estudios sobre la violencia de género en Cuba.
Para el jurista Manuel Vázquez Seijido, "la única forma de darle una atención integral a la violencia contra la mujer es ofreciendo un tratamiento integral". Ello se traduce en seguir "aunando personas, incorporando y sensibilizando no solo al Estado, sino también a la sociedad civil", precisó el abogado del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), durante las jornadas "Voces para el diálogo: debates sobre violencia de género en Cuba", convocadas por esa institución, con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y SEMlac.
Vacío y desconocimiento
Una investigación en curso, a cargo de un equipo de estudios de Sociología de la Universidad de La Habana, revela que aún hay grandes vacíos en la atención a quienes viven cotidianamente la tragedia de la violencia de género.
La mayoría de las mujeres incluidas en el estudio, víctimas todas de violencia por parte de sus parejas, desconocen las instituciones donde pueden encontrar algún tipo de ayuda, o desconfían de ellas.
Además, manifiestan que viven una sensación de abandono y soledad, admiten que no han solicitado ayuda como alternativa al maltrato que vivencian y, las pocas que lo han hecho, casi nunca logran una ayuda efectiva.
Reconocen, además, que no piden ayuda por vergüenza, miedo, porque muchas veces confían en el cambio del maltratador o por evitarles complicaciones a terceros que puedan implicarse, entre otras razones.
"Para ellas resulta claro que están en una situación de aislamiento real o autoasignado, que les impide compartir, siquiera con sus allegados, el vía crucis que atraviesan", comentó Proveyer a SEMlac.
Si bien las entrevistadas reconocieron, de forma casi unánime, que necesitan apoyo y asistencia concreta, no limitaron ese auxilio a la ayuda material, cuya falta muchas veces se convierte en factor de perpetuación del maltrato, sobre todo cuando las víctimas carecen de casa y sustento propio. También demandaron apoyo psicológico, cognoscitivo y emocional para enfrentar y romper el vínculo con el agresor.
"Yo me libré de mi drama cuando mi esposo se fue del país, pero necesité un tratamiento con pastillas y terapia para recuperarme y volver a ser yo", cuenta a SEMlac Marta, quien logró recomponer su vida personal y familiar solo cinco años después, cuando volvió a casarse.
El desafío es realmente complejo porque abarca muchos ámbitos que se relacionan estrechamente: los de salud, legales, educativos, policiales y de apoyo psicológico, entre otros.
Proveyer alerta sobre la victimización secundaria que reciben las mujeres maltratadas cuando buscan ayuda en instituciones o en profesionales que, impregnados por mitos o estereotipos culturales en torno al tema, dan respuestas inadecuadas, culpan a la víctima o restan importancia a lo que están viviendo.
Uno de los puntos débiles es la falta de contenidos y enfoques sobre sexualidad, género y derechos humanos en los programas de estudio y formación de la salud, lo que limita la identificación de la violencia de género en la práctica profesional, señaló en entrevista con SEMlac la psiquiatra Ada Alfonso.
Especialización
Alfonso abogó por "establecer un sistema de vigilancia de la ocurrencia de violencia en todos los espacios de interacción, atención y servicios de salud, así como desarrollar protocolos de atención a la violencia que sean inclusivos, participativos, intersectoriales y no discriminatorios".
"En general, hay desinformación de los especialistas que, supuestamente, tenemos que atender el asunto: médicos, psicólogos y juristas. No estamos bien preparados quienes estamos graduados, ni estamos preparando a los que están estudiando", sostiene la psicóloga Norma Vasallo.
Vasallo, quien es presidenta de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana, propone trabajar de forma inmediata con ese personal especializado y, en perspectiva, con quienes están en las universidades.
Están por definirse también las instituciones que atenderán estos casos y la política al respecto. Actualmente, las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, adscritas a la Federación de Mujeres Cubanas en todo el país, reciben los casos y los remiten a especialistas, pero sus equipos de trabajo son voluntarios y fluctuantes.
"Podrían ser los espacios de recepción y coordinación, que remitan y deriven hacia las instituciones donde se cuente con personal calificado y destinado a esas funciones", comentó Vasallo a SEMlac.
"En su funcionamiento, las instituciones sociales proveen apoyo a las víctimas de abuso intrafamiliar o con su actuar negligente favorecen la impunidad de quienes ejercen la violencia hacia las mujeres y/o hacia los integrantes más vulnerables de la familia", suscribe Proveyer en su artículo "Del decir al hacer. La violencia de género y la atención a las mujeres maltratadas", publicado hace apenas unos días por SEMlac, en formato digital.
Otro obstáculo es el de las confusiones y solapamiento que hay entre lo que es violencia de género, violencia intrafamiliar, conflictos en la familia o violencia, en sentido general. "Si no se entiende la especificidad de la violencia de género ni se conocen sus causas, no se atiende adecuadamente", reafirma Vasallo a SEMlac.
Fotos: archivo AmecoPress
-----------------
Internacional – Violencia de género – Maltratos – Mujeres del mundo; 20 diciembre (11), AmecoPress/ SEMlac