Soraya y el sufrimiento de las mujeres desplazadas en Colombia
La directora de cine colombiana Marta Rodriguez habló de su documental en Barcelona
Uno de los capítulos más sangrientos de la represión en Colombia durante más de 10 años, fue la selectiva matanza del campesinado, la confiscación de sus tierras y el desplazamiento obligado de los supervivientes, a lugares “seguros” o zonas humanitarias. Los autores, en su mayoría, miembros del ejército de paramilitares, que todavía no se han desmovilizado, siguen en la impunidad. Soraya una victima, protagonista del documental de Marta Rodrigue, cuenta la otra historia.
Marta Rodriguez es una cineasta especializada en documentales de guerras y conflictos. Ha realizado más de 20 documentales y ha recibido numerosos premios. El documental que presentó en la Casa de América de Barcelona, “Soraya, amor no es olvido” fue un trabajo realizado junto a Fernando Restrepo y que duró 3 años. “Me impactó tanto Soraya –explica– cuando la conocí en el Coliseo Deportivo de Turbo, en donde estaba refugiada, que se quedo en mi corazón y allí volví varias veces para contar su historia”.
La cineasta colombiana estuvo invitada en la mesa de debate “Miradas femeninas a través de las cámaras”. Compartió espacio con Belkis Vega, cubana, documentalista y profesora de cine; con Doris Ardilla, colombiana, experta en derechos humanos y Marta Vergonyós, documentalista catalana. La mesa fue moderada por Merce Coll, directora de Drac Màgic, la asociación feminista, organizadora de Festival de Cine de Mujeres.
Rodríguez aseguró que explicar su trabajo y su punto de vista a AmecoPress le producía una gran satisfacción: “Espero que mis compatriotas y las colegas de otros países latinoamericanos se enteren por esta agencia, de nuestra actividad en España. Eso anima mucho a las compañeras en su trabajo diario”.
Que se haga justicia y reparación
Soraya fue uno de los proyectos de Rodriguez para la ONG internacional Oxfam, contratada para hacer documentales en zona de guerra, sobre la actividad de los paramilitares y la situación de las miles de personas desplazadas a causa de la guerra. “Fernando y yo fuimos a Turbo, un lugar perdido en medio de la selva, y cuando entramos en el Coliseo deportivo, donde estaban cientos de personas hacinadas de cualquier manera, quedamos conmocionados. Aquello era un caos porque hacía poco que los habían recluido allí. Pero a mi me impacto especialmente Soraya, que sobrevivía acurrucada en un rincón, con sus cuatro hijos, uno de ellos, de pocos meses”.
“Cuando le pregunte por su historia, quería contar pero no podía. Padecía un trauma tan grande, que cuando se ponía a hablar solo le salían sollozos y gritos. Hacia muy poco que le habían asesinado a su marido, mientras ella estaba con sus hijos de visita familiar en otro pueblo. Nunca pudo volver a su casa, pero después me contaría con detalle como había pasado todo y en que estado había quedado su hogar, porque se lo habían explicado sus vecinas”.
Esta primera visita fue en 1999 y “aunque ya había trabajado con el tema de los desplazados desde 1997, lo de Turbo era diferente. No podía quedarme allí mucho tiempo, pero tenía que volver”. Y así lo hizo en navidades aprovechando una tregua. “Si no eres colombiano, no te puedes imaginar lo que cuesta y lo peligroso que era acercarse a esa zona “protegida”, y de hecho los ‘paras’ mantuvieron detenido dos días a Fernando, pero al fin pudimos penetrar en al historia de Soraya, y en la de las mujeres que con ella convivían”.
Tal como muestra la película, en un siguiente viaje que realizaron en el 2000, comprobaron que había sido cerrado el Coliseo, y muchas familias habían marchado a las grandes ciudades o a otros lugares. Soraya y 400 viudas más permanecían en Turbo, en sus casas chabolas, hechas con sus propias manos. Habían fundado la asociación Clamores y estaban perfectamente organizadas. “Aunque estas viudas se habían quedado muy bloqueadas emocionalmente, sobrevivían como podían. Soraya vendía pescado en la playa y estaba un poco más contenta porque había conseguido que sus hijos crecieran bien”.
La vida de Soraya Palacios es parecida a la muchísima gente desplazada en Colombia, que sueña con regresar a sus tierras y a sus pueblos. Las víctimas siguen esperando y algunas de las que destacan en su lucha o ‘desaparecen’, o son encontradas brutalmente asesinadas. La historia íntima y sencilla de una valerosa madre emociona enormemente, porque tiene un valor universal. “Soraya lucha para ofrecerle un mejor porvenir a su familia, pero el suyo es sobre todo, un gesto de resistencia de las comunidades negras que se niegan a dejar desaparecer su historia, a invisibilizar su realidad”.
Mirada femenina en el documental
El debate de la mesa sobre “Miradas femeninas” se centró en el proceso de realización de un documental y en la manera como las cuestiones de género afectan a la aproximación de la realidad. La documentalista cubana Belkis Vega comentaba que la llamada “mirada femenina” sobre la realidad no era un hecho natural: “En ocasiones, me he descubierto a mi misma interpretando la realidad como un hombre, porque la mirada masculina es la dominante, es la manera como nos han enseñado a interpretar el mundo. Nos sale del inconsciente. El cambio de enfoque viene dado por un posicionamiento consciente y decidido” .
En esta mesa también se ha hablado de un tema que el cine, no refleja tanto, el papel de las mujeres en la resolución de conflictos. La colombiana Doris Ardila, experta en cultura de paz y procesos de negociación, ha indicado el escaso número de mujeres que están al más alto nivel de resolución de conflictos, en situaciones de poder y de toma de decisiones, aunque ha puesto el ejemplo excepcional de la senadora colombiana Piedad Córdoba como mediadora del gobierno colombiano con la guerrilla de las FARC. ---------------------------------------
Fotos: AmecoPress
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Cultura – cine; 29 octubre (07) AmecoPress