Éxodo de las mujeres del mundo rural

5 de octubre de 2009.

Por María José Iglesias

Sociedad | Autonomías | Internacional | Mujeres rurales | Oviedo



Habitante tipo: gran población masculina de 45 a 65 años


Oviedo, 5 octubre 09. AmecoPress.- El habitante tipo de una aldea asturiana es un hombre soltero, entre 45 y 65 años. No es fruto de la casualidad. Es, bien al contrario, el resultado de décadas de éxodo femenino que han contribuido al despoblamiento de los pueblos, un cáncer demográfico que ahora se intenta combatir a fuerza de ayudas y planes de desarrollo rural financiados por las arcas públicas.

Fijar población en los pueblos es la obsesión de las administraciones dedicadas al Medio Rural. Y para eso hay que ofrecer alternativas económicas. Fernando Miranda de Larra y Onís, subdirector general de Programas y Coordinación en la Dirección General de Desarrollo Sostenible del Medio Rural, señala el problema que supone la presencia de una gran población masculina de edad avanzada.

Larra, experto en desarrollo rural, consideraba necesario promover el empleo femenino y para ello, indicaba, es necesario superar la idea de la mujer en el campo como mera mano de obra. La mujer es mucho más que eso.

«La mujer es la que da vida, en el campo y en la ciudad». Quien así habla es una de las mujeres que más ha luchado por una vida digna para las mujeres en el campo asturiano. Carmen Rodríguez, presidenta de la Asociación de Mujeres Campesinas de Asturias, reconoce que el éxodo rural se cebó especialmente con las mujeres en décadas pasadas. Pero asegura que en los últimos años las mujeres vuelven «aunque con otra forma de vida, para montar negocios de turismo o venta de productos y para trabajar en igualdad con sus parejas, cobrando por lo que hacen».

Estas reflexiones sobre el papel de la mujer en el medio rural han vuelto a cobrar actualidad esta semana con motivo de la presentación del informe «La población rural de España, de los desequilibrios a la sostenibilidad social», de la Fundación La Caixa. El estudio confirma que en el campo español y por ende el asturiano, predominan los hombres.

El fenómeno no es nuevo. Comenzó en los años sesenta del siglo XX, tal como constata el profesor de Antropología de la UNED, Adolfo García, acaso el mejor conocedor de la etnografía asturiana. Este éxodo se prolongó hasta bien entrados los años ochenta. A partir de entonces se produjo un goteo, porque, sencillamente, ya iban quedando menos mujeres jóvenes que pudieran emigrar.

Tanto Adolfo García como Carmen Rodríguez coinciden en identificar algunas de las causas que propiciaron el rechazo de la mujer asturiana a la vida rural. Una de ellas es la dureza de una existencia en la que la recién casada se iba a vivir a la casa de su marido y tardaba años en ganarse «el puesto», a veces hasta que faltaba la mujer casada de más edad, que era el «ama» de la casa. García explica que la estructura troncal de la familia rural en Asturias de ninguna manera puede interpretarse como un matriarcado, «en realidad no creo que haya existido matriarcado como tal en ninguna sociedad», señala este antropólogo.

El nomenclátor de Sadei indica que sólo 23 de los 78 municipios de Asturias no tienen pueblos abandonados. Las comarcas sometidas a procesos de despoblamiento más acuciantes son las dos cuencas, Nalón y Caudal, y el Occidente. Pero no todos los núcleos se vacían: las villas siguen creciendo mientras que las pequeñas aldeas tienden a desaparecer.

Es un «vertido» poblacional en busca de los servicios que tiene la villa, sanidad, educación, comercio, etcétera. Del millón de habitantes de la región, 523.396 viven en localidades que suman más de 50.000 habitantes y otros 100.000 residen en pueblos de entre 10.000 y 50.000 vecinos. Concentran el 60% del total.

Luis Camarero, uno de los autores del estudio de La Caixa, precisa que en estos momentos en el medio rural habitan más hombres que mujeres de edades comprendidas entre los 30 y los 49 años, un grupo de población denominado por el estudio como «generación soporte», ya que se trata del segmento de población que realiza las actividades productivas y tiene hijos.

El estudio indica que, por el mayor éxodo femenino en el medio rural, uno de cada seis hogares está constituido por un hombre y sus padres, que la mitad de los hombres en las edades estudiadas no tiene pareja y que sólo el 38 por ciento de las personas entre 30 y 49 años viven en el mismo municipio en el que nacieron.

Camarero ha señalado que otro de los desafíos del medio rural es el envejecimiento de la población como consecuencia de los éxodos producidos desde los años 60, que han dado lugar a que el 18 por ciento de las personas que habitan el medio rural en España tengan más de 70 años, proporción que aumenta hasta el 25 o incluso al 33 por ciento en algunas zonas de Asturias.

A pesar de los datos, Adolfo Rodríguez asegura que en el campo hay muchos recursos de los que echar mano «si echas valor a la vida pueden hacerse muchas cosas, pero a veces es más cómodo vivir de lloriqueos». No sólo los pueblos pierden población.

También se empobrece el acervo cultural de la región. García indica que buena parte de la sabiduría de las mujeres del campo se encuentra ya en los cementerios. Carmen Rodríguez lo explica con ejemplos más gráficos: «Una mujer del medio rural lo mismo sabe subir los bajos a un pantalón, que hacer la comida o catar las vacas. No tienen las tiendas para que les resuelvan los problemas».

El neorruralismo como una solución para salvar el campo

A partir de los años noventa del siglo XX el fenómeno del neorruralismo se planteó como una panacea para salvar el campo. El antropólogo Adolfo García considera que la llegada de este tipo de habitantes al campo no propicia la recuperación del medio rural: «Son parejas jóvenes que se dedican a otras cosas, o personas que ya no trabajan».

Los neorrurales surgieron en los sesenta, al abrigo, en un principio, de los movimientos contraculturales y de Mayo del 68. Buscaban entornos libres, tranquilos, menos contaminados y con una cierta calidad paisajística. En la década de los 80 se inicia otro retorno rural. Esta vez con una convicción de que la vida en el campo es mejor que en las ciudades. Si algo los define es el escaso interés en las actividades agrarias tradicionales.

En Francia lo que ya se llama «primera generación ecologista» ha conseguido asustar al mismo presidente Sarkozy. Una hornada de jóvenes de 25 a 34 años, revolucionarios y antiglobalistas, son el nuevo movimiento neorrural francés.

Se retiran del mercado de trabajo, salen del consumismo, crean asociaciones y cooperativas que les sirven de paraguas frente a la Policía o el fisco. Al hacerlo, se ganan la simpatía de los abuelos abandonados en aldeas dejadas de la mano del Estado. Son «el tercer sector». Uno de esos grupos ha estado en prisión por un supuesto sabotaje a las líneas férreas. Votan a la izquierda y van totalmente a su aire. Por donde el viento del campo les lleve.

Fotos: Archivo AmecoPress. Carmen Rodríguez, presidenta de la Asociación de Mujeres Campesinas de Asturias.


Estado Español – Autonomías – Sociedad – Mujeres rurales. 5 octubre 09. AmecoPress.

Lo más leído