Mayerlis Angarita: "No queríamos replicar las conductas violentas de hombres armados"
Por: Gloria López
Madrid, 18 marzo. 19. Amecopress. - Mayerlis Angarita, una de las protagonistas del Encuentro con ‘Mujeres que Transforman el Mundo’, abandera la lucha pacífica por los derechos de las mujeres y contra la violencia sexual en una región de Colombia asediada por los grupos paramilitares. En el año 2000 fundó una organización, ‘Narrar para Vivir’, con el fin de que las mujeres superen las secuelas de la guerra y contribuyan a construir un mundo mejor. Escucharla es un privilegio: es el testimonio de elegir una postura vital que permite resignificar el dolor y abrir el futuro.
La madre de Mayerlis Angarita desapareció, como tantas otras, en medio de la barbarie que vivió Colombia. “Sentí rabia, odio, impotencia, hasta que decidí hacer otra cosa, no replicar las conductas violentas de los hombres armados”. Además “me di cuenta que eso que me pasaba a mí le pasaba a otras muchas mujeres”. Así, el proyecto de ‘Narrar para vivir’ surge “por una necesidad de contar que teníamos las mujeres víctimas del conflicto”, explica. Pero ha ido mucho más lejos.
Las palabras pueden ayudar a curar. Mujeres desplazadas y afectadas por la violencia han reconstruido sus historias para sanar y seguir adelante con sus vidas, fortaleciéndose para lograr el bienestar de su comunidad. En un escenario dominado por las armas, en Montes de María, región caribeña de 80.000 habitantes, una organización que enarbola la palabra ha logrado tejer una red de 840 mujeres. “Decidimos unirnos para resistir las acciones de los grupos armados, los ilegales y los legales”, explica. Grupos guerrilleros, paramilitares y militares del Ejército colombiano “que ejercían su dominio a través de las armas y también de la violencia sexual contra las mujeres, que la tomaban como algo estratégico y político”.
Una opción valiente
Las mujeres de Narrar para Vivir se reúnen en parques, en patios, cualquier espacio vale para hablar. “No somos víctimas, somos supervivientes”. Les arrebataron seres queridos, fueron violadas, sufrieron violencia de distintas formas, y eligieron una opción: “o tomas las armas o tomas el camino más difícil, pero válido, luchar por la paz”. Es una opción valiente. A partir de ahí surge un proceso de sanación, de empoderamiento, de lucha, de educación, de ser “protagonista del cambio y constructora de paz”. Y claro que “no es fácil no odiar”, pero “somos muchas y estamos juntas y eso nos da fuerza”.
A través de la palabra, no solamente superan el dolor, sino que además transforman las situaciones de violencia, pobreza, exclusión y desigualdad que viven las mujeres. “Las defensoras luchamos para que se garantice la vida”. Porque su vida sigue amenazada. “Tenemos un proyecto de reconstrucción del tejido social”, explica. Por ello han sufrido atentados. Se ven obligadas a llevar protección permanente. “En dos meses, cinco amenazas, a nosotras y nuestras familias”. Y reivindica: “Claro que tengo miedo”.
“‘Narrar para vivir’ nace como una necesidad de las mujeres de poder sanar el dolor para ayudar a otras. Y hoy la resistencia es para proteger nuestra vida como defensoras de derechos humanos”, explica la voz de 840 “mujeres fuertes” a la que llaman “la pequeña gigante”.
El trabajo que desarrolló en la organización “para visibilizar no solo el horror, sino también la construcción de paz”, le llevó a ser parte activa de los Diálogos de Paz que se llevaron a cabo en La Habana. Los acuerdos alcanzados son, según sus palabras, un “hito histórico a nivel mundial”, especialmente por la inclusión del enfoque de género. El movimiento de mujeres puso sobre la mesa 122 medidas. “A las mujeres nadie nos preguntó si queríamos formar parte del conflicto, pero nos metieron en él”, dice, “tampoco nos preguntaron si queríamos formar parte de la paz. Pero lo hemos dicho: las mujeres hemos querido estar en la construcción de la paz de nuestro país”.
Mayerlis Angarita insiste. Cuando las mujeres participan en los procesos de paz, estos son mucho más duraderos. Y es algo que está corroborado por informes y recomendaciones de organismos internacionales como la ONU.
La indiferencia mata más que las balas
Quizás porque las mujeres, como ella reclama, captan la necesidad de “cambiar la mente”. “La indiferencia mata más que las balas”, repite. “Hay que dejar de ser indiferente, no te puede dar igual que maten a otro”, continúa. “Necesitamos una sociedad consciente de querer cuidar a sus líderes, consciente de que su pérdida supone un retroceso de años”. Lamentablemente, en Colombia es asesinada una defensora de derechos humanos casi por semana.
Asegura que en su país, acostumbrado al horror de la guerra y a más de ocho millones de víctimas, la gente se anestesió contra el dolor. Frente a esto, ella, a quien varias veces han querido matar, lucha contra la indiferencia, esa indiferencia que mata.
“Hemos creado una metodología y una escuela itinerante para narrar y pasar por el proceso de sanación. Las narradas siguen porque el conflicto sigue”. Y explica que hay más de 4.000 células de bandas criminales en Colombia, antiguos paramilitares y el neoparamilitarismo para controlar el territorio y adoctrinar políticamente. “Por eso no les favorece que transformemos el pensamiento de las personas y no tener miedo”.
Con una fuerza y una claridad espectacular, Mayerlis Angarita resume su propósito: “Yo quiero vivir en paz y en la reconstrucción”.
Fotos archivo AmecoPress, cedidas por ‘Narrar para vivir’
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Sociedad – Derechos humanos – Mujeres del mundo – Violencia en conflicto armado – Comunicación y género – Encuentros y jornadas; 18 de marzo. 19. AmecoPress