Sara Gómez Martín: “El hecho de ser mujer me ha condicionado en la toma de decisiones”
Madrid, 7 mar. 19. AmecoPress.- Sara Gómez Martín se encuentra en un momento en el cual su dedicación principal es poner en valor la ingeniería. Es consejera de la Real Academia de Ingeniería, profesora de la Universidad Politécnica de Madrid y directora de un grupo de investigación en esta universidad. Nació en Segovia, en un pueblo pequeño donde vivió su infancia. En aquella época, su familia opuso resistencia a su idea de querer estudiar ingeniería, pero ahora está orgullosa de ella.
Dada su postura en la mesa redonda `Hacia la igualdad en ciencia´, celebrada el pasado 14 de febrero en el CIEMAT, decidimos entrevistarla.
Son muy pocas las mujeres que se dedican a profesiones científicas y técnicas, un 32 por ciento. Si las mujeres y los hombres somos iguales, ¿Por qué cree que esto ocurre?
Has englobado las profesiones científicas y técnicas y no está mal, pero a mí me gusta separarlas porque los valores medios desvirtúan un poco de la realidad. Si vemos las mujeres que están estudiando matemáticas en la universidad son más de un 50 por ciento del total, en cambio ya en física esa cifra se reduce.
La ingeniería bebe de la fuente de la ciencia, generamos conocimiento como los científicos. Basándome en la foto más fidedigna que tengo, solo 1 de cada 4 estudiantes en ingeniería son mujeres, es decir, un 25 por ciento más o menos. Además, están mal repartidas porque hay más de la mitad en bioingeniería, ingeniería biomédica, en toda la rama agroalimentaria, ingeniería química e ingeniería de diseño. Sin embargo, en ingeniería informática hay tan solo un 11 por ciento, es decir, nos distribuimos mal.
Las razones son muchas, no hay una única razón para que esté pasando esto. Una de ellas es el gran desconocimiento de lo que hacen los ingenieros, ya que las niñas, los niños, los jóvenes, no saben lo que hacen, pues estamos rodeados de cosas tecnológicas y no saben quién hace eso. Saben lo que hace un médico, un abogado… porque lo ven cada día, pero lo que hacemos los ingenieros no, y realmente hay pocas actividades que hagamos en el día a día por no decir ninguna donde no haya un artilugio que haya previsto un ingeniero.
La segunda razón es la vertiente social de la ingeniería, pues las mujeres no la vemos. Tú le dices a una niña que se imagine el estereotipo de un ingeniero de telecomunicaciones o un informático y te dice: “Un señor que está en un sótano, con una camisa desaseada, con una barba de no sé cuántos días y comiendo pizza como si no hubiera un mañana”. Tenemos unos estereotipos de lo que somos los ingenieros absolutamente perniciosos y falsos. Por lo tanto, tenemos estereotipos, no sabemos lo que hacen los ingenieros y no transmitimos cómo los ingenieros mejoran la calidad de vida de las personas, es decir, la gran vertiente social de la ingeniería.
Luego, el ambiente social, son profesiones tradicionalmente masculinas, entonces, que haya una mujer en ingeniería parece raro porque no es habitual, por ello, hay que normalizar todo esto.
Sara Gómez Martín nos propone centrarse en el tema de la ingeniería en el cuál es experta, insiste en que el gran problema de la ingeniería es el desconocimiento de la profesión y nos ruega que la visibilicemos en los medios.
¿Cómo es el estereotipo de las personas que se dedican a la ciencia?
El estereotipo en la ciencia es absolutamente falso, tanto en mujeres como en hombres. Los estereotipos son malísimos, sobre todo cuando se visibiliza en televisión, por ejemplo, en la serie Big Bang Theory aparece una chica que hace neurociencias, tiene un aspecto físico feo con unas gafas tremendas y además hace cosas muy raras. Entonces, cuando a las niñas y a los niños les estamos transmitiendo esa imagen de lo que es una señora que hace neurociencia, pues no quiere ser eso, yo tampoco querría. Lo que hay que hacer es revertir esa situación y que vean que quienes se dedican a la ingeniería son personas normales. En nuestra cultura más rancia, los ingenieros son ingenieros y si una mujer se mete en ingeniería es una chica rara.
¿Por qué las niñas no quieren estudiar carreras científicas y técnicas (STEM)?
La falta de referentes es otra de las razones por las cuales las chicas y los chicos no estudian ingeniería, sobre todo las chicas. Somos pocas las ingenieras, es decir, no hay muchos referentes; pero también es verdad que no se nos pone el foco, no se nos visibiliza, lo estamos empezando a hacer ahora.
Llevo como seis años poniendo en valor la ingeniería porque me lo pide el cuerpo, es decir, estoy dando a conocer lo que hacen los ingenieros e intentando revertir esta situación para que cada vez haya más, y desde mi proyecto Mujer e Ingeniería lo que estoy haciendo es eso. Luego, hay que visibilizarlas con estas cosas; con los reportajes que vosotras hacéis, realizando congresos con mujeres ingenieras…
Dentro de Mujer e Ingeniería, hay muchos programas, hay uno que es el de Mentoring que ojalá lo tuvieran todas las carreras. El programa de Mentoring es un programa que hago con las chicas que están a punto de acabar la ingeniería en las escuelas, les hacemos un matching con ingenieras senior que están en grandes empresas y están durante cuatro meses haciéndole más fácil ese tránsito entre la universidad y la vida laboral; es como si tuvieras un tutor que te acompaña.
En este momento llevamos 600 alumnas de ingeniería mentorizadas en Madrid, Valencia y Valladolid, osea que estamos saliendo por España. Esas chicas están viendo sus referentes femeninos y ven que hay mujeres que, por ejemplo, están dirigiendo la planta de Airbus de Illescas como Teresa Busto.
En este momento nos llama la atención una frase que nos dice la entrevistada: “Las personas no somos lo que somos, somos lo que hacemos”. Comentamos y ponemos en valor a las mujeres en altos puestos y agradece la labor de los periodistas por mostrar la realidad a la sociedad.
Estudiar ingeniería, un acto de rebeldía
¿Qué fue lo que le motivó para querer estudiar ingeniería?
Yo tuve la suerte de ir a un colegio en el que estuve interna (`Las Jesuitinas de Segovia´) donde tuve unas profesoras y profesores magníficos. La profesora de matemáticas que era la madre Mari Cruz, era una profesora que me transmitió el amor por las matemáticas de lo bien que me lo contaba. En física, tenía a unos profesores militares que daban clase en el colegio y que eran maravillosos. Yo tenía fama de ser muy buena en ciencias, en mi casa y en mi familia decían: “esta niña qué lista es”. Pues no, no sé si era lista, tonta tampoco sería, pero lo que sí sé es que tuve unos profesores como pianos de cola. La importancia del profesorado es un factor a tener en cuenta y fue la primera razón por la que me decidí por las ciencias.
La orientación que teníamos en aquel momento era poca, yo en mi familia no tenía referentes en ingeniería. Mis padres no querían que fuera ingeniera, preferían que fuera médica, farmacéutica o algo relacionado. Esa profesora de matemáticas que me sugirió que estudiara una ingeniería de la rama industrial que abarcaba todo, fue mi mentora. Cuando llegué a casa y me preguntaron si iba a hacer carrera universitaria yo dije que sí, que iba a hacer una ingeniería y mi padre me miró raro, me dijo: “¿una ingeniería?”, como diciendo esta chica qué rara es, entonces, yo con un poco de rebeldía dije: “pues ahora voy a hacer una ingeniería”. Ese acto de rebeldía fue la segunda razón.
Actualmente, mi padre está orgullosísimo de mí y ha disfrutado de mi profesión porque ha visto que he sido feliz ejerciéndola y al final es lo que quieren los padres, que sus hijos sean felices. Desde el principio me han apoyado mis padres todo el tiempo y durante el ejercicio de la profesión también, lo único que hace mi madre ahora es decirme que no trabaje tanto, es el único consejo que me da.
Cuando usted estudiaba, ¿ocurría lo mismo que hoy día?, ¿No había referentes? ¿Piensa que hemos avanzado en esta área, o hemos dado un paso atrás?
No, era peor, mucho peor, yo es que ya soy mayor. Cuando yo estaba en la universidad, en mi promoción éramos dos ingenieras nada más. Referentes de ingeniería pues no recuerdo, quizá alguna profesora de laboratorio, pero mujeres en mi época pocas o ninguna, pero tampoco los eché en falta porque yo ya había tomado la decisión de ser ingeniera. Yo creo que los referentes son importantes no solo cuando ya estás haciendo la carrera y cuando vas a salir sino antes, en los colegios.
Muchas veces me dicen: “Es que quieres que todas las mujeres se hagan ingenieras”. Pues no, cómo voy a querer eso, es absurdo, sería una barbaridad. Yo no quiero eso sino que las chicas tengan toda la información del mundo. Y al final, si deciden hacerse periodista pues genial o arqueóloga fenomenal, lo que quieran, pero que contemplen que la ingeniería también es una opción.
En los colegios, les pregunto: “¿Qué hace un ingeniero?”, y todo el mundo callado porque no lo saben. Una vez, una niña de 8 años me dijo: “No sé muy bien lo que hacéis, pero creo que resolvéis problemas” y yo creo que eso es verdad. Nos enfrentamos cada día a resolver problemas, a hacer que la vida sea más fácil. Es imprescindible que pongamos en valor lo que hacemos, pero no somos ni más ni menos importantes que un periodista o un médico, somos complementarios.
Las chicas no nos hacemos pequeñas por la dificultad de la carrera sino que nos da ese miedo de la ingeniería que está muy masculinizada y porque creemos que es cosa de tipos raros. Y los retornos que te da la ingeniería son impresionantes.
La ingeniera nos cuenta todo tipo de ejemplos de lo que hacen ingenieras e ingenieros, como la elaboración de mecanismos para operar, y nos convence de que son imprescindibles en nuestra vida.
Se prevé que la demanda de perfiles profesionales tecnológicos aumente hasta el 50 por ciento. Si las mujeres solo somos el 25 por ciento de personas que estudia este tipo de materias, estamos hablando de una brecha que se traslada al futuro, al ámbito laboral, a las pensiones, etc. ¿Cómo se puede afrontar esto desde la educación?
La educación es la clave. Estamos hablando de la brecha de género y de la brecha salarial y si el mercado está demandando perfiles y las mujeres no tenemos ese perfil, nos volveremos a quedar atrás, luego esa brecha en vez de ser más pequeña, será más grande. El problema es que los caladeros están vacíos, las niñas y las jóvenes no quieren hacer ingeniería. Para revertir eso, hay que empezar por la educación, hay que incentivar que las niñas y las jóvenes en general hagan ingeniería o al menos que lo contemplen en su horizonte.
Si empezamos a actuar a los 9 años, cuando llegan esos profesionales, han pasado quince años hasta que se incorporan al mercado laboral. Luego, habrá quince años de travesía en el desierto. Las chicas que están actualmente haciendo la ESO probablemente muchas de ellas ya hayan cambiado de opinión y hay que seguir hasta que normalicemos la situación. Por lo tanto, vamos a tener una brecha de género en los próximos años sin duda, más grande probablemente, ese es mi pronóstico. Pero vamos a por ello, lo vamos a revertir inmediatamente, hay que ser positivos.
“He tenido que tomar decisiones que si fuera hombre no las hubiera tenido que tomar”
¿Qué tipo de obstáculos y discriminaciones ha sufrido tanto en la universidad como en el mundo laboral por ser mujer?
En la universidad como institución ningún obstáculo. En la carrera profesional de la universidad como docente tienes las mismas posibilidades por el hecho de ser mujer, ni cobras menos, ni das peores clases. En cuanto a los compañeros de profesión ha habido de todo, sobre todo cuando tienes cargos de responsabilidad.
Yo he sido directora de una escuela de ingeniería y luego vicerrectora de la Universidad Politécnica de Madrid y ahí sí que he visto algún que otro comportamiento un poquito o un muchito machistas, eso sí es verdad. Por el hecho de ser mujer y tener un puesto de liderazgo o de alta gestión los hombres te miden, es decir, ahí sí, eso sí que me ha pasado.
En la empresa privada, que es donde yo empecé, sí que vi en mis años algunos comportamientos donde por el hecho de ser mujer he sido en muchos casos discriminada, sin ninguna duda, y me ha hecho pasar algunos momentos bastante difíciles en mi vida que los he tenido que superar. Y cómo he gestionado eso, pues mira, yo me lo he planteado como un reto y creo que esas dificultades por las que pasé me han hecho más fuerte porque me quedo con la parte positiva. También es verdad que me podría haber quedado en el camino, si en vez de hacerme más fuerte, me hubiera venido abajo.
Las nuevas generaciones no tienen por qué pasar por esto porque es una manera de perder el tiempo y de hacer sufrir a la gente. Yo creo que esos comportamientos cada vez son menos. Sí que es verdad, que lo que yo me encontré en aquellos años, ahora mismo las chicas no se lo encuentran de la misma manera, pero probablemente tengan otros obstáculos, como el “muro de las corbatas”. Otro hándicap que tenemos las mujeres es el aspecto físico, a las mujeres se nos juzga mucho por el aspecto físico, más que a ellos dicen las estudiantes. Yo eso no lo he vivido, no ha sido una variable en mi vida.
En cualquier caso, por el hecho de ser mujer en la empresa privada he sufrido discriminación y en algunos casos acoso. Sin embargo, en la universidad no, salvo cuando he estado en puestos de poder, por ejemplo, cuando he sido directora de un centro ha habido compañeros míos que les ha costado admitir la autoridad de la mujer, y como vicerrectora ni te lo cuento donde ha habido comentarios absolutamente absurdos por gente que se supone que es liberal y que está en el mundo universitario. Pero bueno, no les he dado mayor importancia, les he superado y aquí estoy en esta revolución que hay que hacer.
Entonces, es muy importante la educación, hay que educar a las niñas y a los niños desde pequeños para que sean conscientes que las mujeres podemos ejercer el liderazgo exactamente igual que ellos sin ningún problema.
La entrevistada nos habla del `Muro de las corbatas´ para referirse a la enorme dificultad que tienen las mujeres por encontrar un sitio en la élite, tantas veces eclipsadas por colegas que son casi estrellas mediáticas.
Usted ha llegado a altos puestos de responsabilidad, algo que es más difícil para las mujeres que para los hombres. Muchas veces, las mujeres para competir utilizamos comportamientos masculinos. ¿Es necesario romper el techo de cristal poniendo en valor o no este hecho?
Yo creo que sí, no tenemos por qué reproducir esos comportamientos, esos son sus comportamientos y nosotras tenemos nuestros comportamientos que no son coincidentes en muchos casos. Yo creo que la forma de liderazgo de la mujer es distinta a la de un hombre, tenemos otras habilidades, ni mejores ni peores, distintas. Creo que somos más empáticas, que escuchamos mejor, en los grupos que dirigimos suele haber más diálogo y menos presión. Por lo tanto, las mujeres debemos liderar equipos no reproduciendo comportamientos masculinos sino teniendo nuestros propios comportamientos.
¿Cómo has compatibilizado la vida laboral con la vida familiar?
Lógicamente con bastantes problemas. Una de las razones por las que dejo la empresa privada es porque me quedo embarazada de mi primera hija. Yo viajaba bastante al extranjero y a partir de ahí empecé a tener problemas, de hecho, yo nunca contemplé ser profesora en la universidad porque yo hice una ingeniería para trabajar en la industria y en la empresa. Precisamente por eso, contemplé la opción de la universidad, para poder compatibilizar esas dos cosas porque en aquel momento la empresa no me dio ninguna facilidad, absolutamente ninguna, ni me quitó nada ni nada por el estilo, sino al contrario. Sí que es verdad, que cuando ya dije que dejaba la empresa y que me iba a la universidad, en ese momento, parece que me consideraba una buena profesional y me hicieron una oferta económica fenomenal, pero ya llegó tarde.
Por lo tanto, he tenido que renunciar a cosas de las que no me arrepiento y tomar decisiones que si fuera un hombre no las hubiera tenido que tomar, ni me habría planteado dar clase en la universidad seguramente. Me lo planteé porque me casé y me quedé embarazada y porque no me dieron ninguna facilidad, parecía que aquello era una enfermedad.
Proyecto `Mujer e Ingeniería´
Desde el año 2016, se viene desarrollando el proyecto `Mujer e ingeniería´. ¿Cómo surgió? ¿A quién va dirigido?
En 2008 soy elegida directora de una escuela en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM); de 2008 a 2012 antes de acabar mi primera legislatura estuve dirigiendo esa escuela y en 2012 el que gana las elecciones a rector en la UPM me lleva en su equipo rectoral como vicerrectora. En esa etapa de vicerrectora, de los cuatro años que estuve, en tres de ellos me encarga el rector que lleve a cabo un proyecto que es el `Fomento de las vocaciones en Ingeniería´ porque las escuelas politécnicas se quedaban sin alumnos. Ese fue mi primer contacto con el proyecto Mujer e Ingeniería porque veo la realidad, el mundo se quedaba sin ingenieros.
Además, cuando ya empiezo a ver los datos, me doy cuenta de que nos quedamos sin ingenieros sin distinción de género y sin chicas en particular. Desde la UPM empezamos a trabajar en ello y hacemos una alianza con las otras tres universidades politécnicas de España (Barcelona, Valencia y Cartagena) que en ese momento lidera Carlos Conde, rector de la politécnica, y nos ponemos a trabajar en ese fomento de las vocaciones poniendo en marcha muchas acciones.
Cuando dejo de ser vicerrectora, el presidente de la Real Academia de Ingeniería me llama y me dice: “Queremos poner en marcha un proyecto en la Real Academia de Ingeniería que se llame Mujer e Ingeniera y que fomente las vocaciones de la ingeniería entre todos y entre las chicas en particular”. Esto ocurre en el 2016, dejo de ser vicerrectora en mayo y en octubre lanzamos el proyecto.
El objetivo de Mujer e Ingeniería no solo es uno sino muchos, pero sobre todo queremos dar a conocer lo que hacemos los ingenieros por la sociedad. Además, centramos el mensaje en que la ingeniería en los siglos pasado estaba centrada en la máquina, en el proceso...y queremos que la ingeniería del siglo XXI esté centrada en la persona, en mejorar su calidad de vida.
Este proyecto se hace a través de programas, hay programas que hacemos en colegios, en institutos, con los padres, con los profesores, con los niños y otros programas que hacemos con las ingenieras noveles. Primero ayudando a esas ingenieras a ese tránsito de la vida académica a la profesional y luego poniendo valor a las grandes figuras femeninas de la ingeniería. En colegios tenemos el programa `TECHMI´ que consiste en hacer ingeniería en los colegios; el de formación de formadores; la escuela de padres, ya que muchas veces son los culpables de quitar las intenciones a sus hijos de la ingeniería.
Esto es Mujer e Ingeniería, un proyecto con muchos programas para atajar el problema antes de que las niñas y los niños tomen una decisión de sus estudios universitarios, y una vez que ya son ingenieros, sobre todo ingenieras; programas ad hoc para que no se pierda ese talento femenino ya que somos pocas y encima no subimos a la cumbre. Actualmente, a pesar de haber muchas iniciativas, yo creo que es el único proyecto estructurado, lo demás son acciones aisladas.
La Reina Leticia es la presidenta de honor de Mujer e ingeniería y sabe perfectamente cuál es el problema y nos apoya totalmente. El apoyo de las instituciones es muy importante.
¿Qué se ha conseguido con estos programas?
Con el programa de `Mentoring´ que es el primero que ponemos en marcha en octubre de 2016, hemos conseguido que alrededor de 600 ingenieras noveles están acompañadas por otras tantas, unas 300 ingenieras senior en ese paso de la vida universitaria a la profesional. Los testimonios que tenemos de esas mujeres que se han beneficiado de ese programa son para escucharlos, por ejemplo: “Ha cambiado mi vida, ha habido un antes y un después, me ha ayudado a tomar decisiones, antes no era capaz de hablar y ahora sí...”. Les ha abierto los ojos, hay algunos testimonios que son francamente maravillosos. Además, ese programa les ha hecho ser solidarias, han pensado: “Yo me he beneficiado de este programa, voy a devolver al proyecto Mujer e Ingeniería lo que el proyecto me ha dado a mí”.
Esas ingenieras jóvenes que están tuteladas por las senior, a su vez son mentoras de las niñas y los niños en los colegios. Con esta retroalimentación del proyecto, hemos generado la gran comunidad Mujer e Ingeniería; donde están niñas, niños y adolescentes, jóvenes, ingenieras junior y senior, etc. Ahora estamos haciendo una plataforma alrededor de este proyecto que es maravillosa porque ahí estamos todos y se retroalimentan. Por ello, es un proyecto estructurado y no solo eso, la comunidad Mujer e Ingeniería está basada en la generosidad y el altruismo y eso es maravilloso, que la gente haga las cosas porque se lo pide el cuerpo sin necesidad de que haya un retorno me parece fundamental. Esa comunidad quiero que sea un grupo de élite porque quiero que sean gente solidaria, generosa y dispuesta a ayudar, esa es la élite que quiero, ni más ni menos.
Aunque el proyecto se llame Mujer e Ingeniería, estamos incluidos todos, porque es un problema de todos. No es excluyente, no es una lucha de hombres contra mujeres, sino al contrario es una cooperación. Por lo tanto, estoy orgullosísima de la comunidad que se está generando, no porque la haya creado yo sino porque la gente que viene a este proyecto tiene ese espíritu de voluntariado, de voy a hacer las cosas porque creo en ellas.
Ahora cuando me dan premios me preguntan que cual es mi mérito. Mi merito es que me he creído esto y hay gran parte de mi tiempo que yo le dedico a esto “by the face” (por la cara) encantada, pero tengo unos retornos...Cuando yo oigo esos testimonios de las ingenieras noveles digo: “esto merece la pena, aquí hay que seguir, a por ello”.
Además del proyecto `Mujer e ingeniería´, ¿Ha sido partícipe de más proyectos relacionados con las mujeres en la ciencia?
Como vicerrectora, en los proyectos mencionados anteriormente. También me meto en todos los charcos de los que soy capaz, de cualquier sitio que me llamen y me hablen de la igualdad, del empoderamiento de la mujer y de poner en valor y no perder la mitad del talento, ahí estoy yo. Estoy en la asociación de mujeres en la energía (AEMENER) y en todas partes, salvo que no pueda por mis labores docentes, en cualquier cosa que tenga que ver con la mujer y sobre todo con la mujer en la tecnología, ahí me encontrarás por que es fundamental. No solo eso, voy a colegios, a institutos me da igual. Soy un todoterreno en ese sentido, no me importa dormir cuatro horas si creo que con mi mensaje estoy ayudando a los demás a que elijan libremente. Yo me defino como “charquera" me meto en todos los charcos que puedo, en los que creo realmente.
Los horarios de las empresas deberían de ser más cortos, entre otras cosas, para que las personas pudiéramos dedicar parte de nuestro tiempo a esos proyectos como el que estoy yo llevando ahora: solidarios y comprometidos, porque es la única forma que tenemos de cambiar esta sociedad. O hacemos algo por los demás, porque nos lo creemos o esto va fatal.
“En 10 años deberíamos llegar a la paridad”
¿Cómo se disuelve la brecha de género en la ciencia?
La brecha de género se disuelve en la ciencia con la concienciación social y con la educación, y sobre todo con que las administraciones autonómicas y generales se crean de verdad que tienen que apoyar iniciativas como estas. Tienen que apoyar un gran pacto de Estado por la educación y un gran pacto social para que todos los agentes sociales nos creamos de verdad que la igualdad es una necesidad. Hay que empezar a tomar decisiones políticas, tenemos que involucrar a las personas que toman decisiones por nosotros y tenemos que ser capaces de subirles a bordo. Esto es, una iniciativa social que viene desde abajo a arriba y a los que toman decisiones les hagamos igual de solidarios, de altruistas y de comprometidos.
La base del problema está en la educación, hay que educar a padres, a colegios y a la sociedad en general, tenemos que cambiar los valores sociales a través de la educación, desde que los niños están en los colegios con cinco o seis años tenemos que dar estos mensajes: “Sé libre, haz lo que quieras, ten toda la información y sobre todo metete en la cabeza que tú eres más grande si ayudas al de al lado”.
¿Cuándo cree que se va a llegar a la paridad en este ámbito?
Yo creo que en 10 años deberíamos estar en la paridad (entre risas), a ver si para 2030 con el horizonte de Naciones Unidas que tiene 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS), de los cuales quince tienen que ver con la tecnología y la ingeniería. El quinto objetivo es la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer y para esa fecha tenemos que ser paridad en todas partes, tendremos que haber alcanzado la igualdad real.
¿Qué les dirías a las chicas para que se convenzan de que la ingeniería está a su alcance?
Decía Marie Curie: “Las cosas que no conocemos nos dan miedo”, y yo creo que a las chicas les da miedo la ingeniería porque no la conocen. Por tanto, les diría que conozcan lo que hacen los ingenieros, que no la descarten nunca, y que a mí me ha hecho feliz. Yo transmito pasión por la ingeniería porque soy una apasionada de la ingeniería, profesionalmente me ha dado muchísimas cosas y me sigue dando.
Por último, con motivo del Día Internacional de la Mujer, ¿Va usted a hacer huelga?
No voy a hacer huelga al uso. No voy a parar, voy a seguir trabajando, yo creo que de las cosas hay que ocuparse y no preocuparse porque mi método reivindicativo nunca ha sido la huelga, y mira que soy reivindicativa y muy peleona, pero mi método es otro: trabajar e intentar convencer a la gente. Respeto profundísimamente a la gente que la hace, creo que hay momentos y circunstancias de algunas mujeres que son atroces y las apoyo completamente. En muchas de las cosas que se reivindican me van a encontrar y no solo de palabra, sino haciendo.
Finalmente, Sara Gómez agradece nuestra entrevista, nos enseña la sede de la Real Academia de Ingeniería (RAI) ubicada en el palacio del Marqués de Villafranca y nos acompaña hasta la puerta donde nos despedimos.
Foto: Archivo AmecoPress. Cedidas por la RAI.
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Pie de foto: 1) Sara Gómez; 2) Mujer e Ingeniería
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