"Ha sido una constante en la historia, negar valor a la palabra de las mujeres"
Madrid, 07 mar. 19. AmecoPress.- Fuerte y sensible, espontánea y coherente, son algunos de los matices que nos mostró María Ángeles Jaime de Pablo, abogada y activista por la igualdad de los derechos de las mujeres que hoy preside la Asociación de Mujeres Juristas Themis.
Luego de conocer la realidad social y cultural de las mujeres, y defenderlas ante el sistema judicial español durante 28 años, María Ángeles divide su vida entre su familia, el ejercicio profesional y el activismo diario que práctica incluso desde el espíritu, aunque muchas veces quede agotada.
Usando un traje formal con una gran sonrisa, llega a tiempo a su oficina en el barrio de Chamberí, en Madrid, nos invita a sentarnos en el escritorio dónde realiza su trabajo a diario, toma un respiro y nos responde así.
¿En qué consiste el trabajo que realizas en Themis?
Ahora mismo estoy designada presidenta desde la asamblea que tuvimos en junio del año pasado. Una particularidad que tiene la asociación que ahora mismo tengo el honor de presidir es que por los estatutos tenemos limitados nuestro mandato hasta cuatro años. Eso obliga o incentiva a una mayor participación de todas las socias, y por otro lado, permite que en esa limitación de mandato nadie de la directiva de Themis esté liberada de ejercer esa actividad que se hace como un voluntariado, activismo puro. Haciendo un malabarismo, como bien sabemos hacer las mujeres, para compatibilizar las obligaciones de nuestro ejercicio profesional, de nuestra vida personal y familiar, y éste activismo adicional que lleva estar en la directiva de Themis.
¿Cómo ha cambiado tu vida desde que asumiste este cargo?
Es muy apasionante sobre todo en este momento de crisis en el sentido de cambios, de ataques, de avances que estamos viviendo en el movimiento feminista. Muy intenso y muy agotador. Menos sueño, menos vida personal. Tratando de representar dignamente la historia, y al colectivo de más de 500 abogadas en toda España que llevamos trabajando, somos activistas en pro de la tutela judicial efectiva de las mujeres, en pro de que no reciban distinto trato a la defensa de sus derechos humanos, en pro de la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. Y en pro de una práctica judicial que no esté basada en sesgos o estereotipos de género de manera que, no la ley sino muchas veces, la interpretación de la ley haga que ese principio de igualdad de oportunidades se quiebre en el momento más crucial que es el de la defensa en el ámbito jurisdiccional de esos derechos fundamentales de las mujeres.
¿Qué tipo de discriminaciones y obstáculos encuentran las mujeres que denuncian, por ejemplo, violencia machista?
Hay históricamente, eso no podemos dejar de demarcar, la violencia sexista en sus distintas manifestaciones, en sus distintos escenarios, como no podemos dejar de demarcarlo dentro de la historia de la humanidad. Desde prácticamente el auge de las ciudades, y la civilización, se instauró un sistema patriarcal en el que las mujeres tenían una distinta capacidad jurídica, tenían vetados el acceso a determinadas esferas, en concreto al ejercicio de los cargos públicos y de las profesiones. Y se les exigía a las mujeres un distinto comportamiento. Todo ello está más que estudiado antropológicamente, dentro de esa consolidación del patriarcado como forma que tenían los hombres de controlar de manera exclusiva el acceso a la propiedad, y el acceso a su progenie, controlar su progenie a través de mermar la capacidad de obrar, y por supuesto la capacidad y libertad sexual de las mujeres.
La violencia ha sido una forma de control social. De manera que esa violencia en ocasiones se ejercía por el Estado, castigando a mujeres adulteras, a mujeres que se salían fuera del estereotipo fabricado como supuestas brujas, pero también se amparaban esas agresiones por parte de “pater familias” para consolidar una situación de predominio y de poder. Las violencias machistas es algo que de alguna manera todas y todos las tenemos naturalizadas, o que han intentado que las tengamos naturalizadas. Entonces la discriminación que hemos percibido con ocasión de esta tutela judicial efectiva a esos derechos fundamentales, que se ven vulnerados en el caso de violencia, viene de esa naturalización de la violencia que está en la sociedad, y que está en los operadores jurídicos y también de cierta dificultad probatoria. Porque son agresiones que normalmente no son aisladas, sino que están dentro de una práctica habitual de menosprecio, de desvalorización, de micromachismos que luego derivan en agresiones, y se desarrollan en un espacio privado. Es un espacio normalmente de impunidad porque hay pocos ojos, hay pocas pruebas, es difícil acceder a la prueba y la dificultad probatoria se ve incrementada con el sesgo cognitivo que hay por parte de todos los operadores jurídicos. De manera que se exige a la víctima un determinado comportamiento, siempre estereotipado. Por ejemplo, en el caso de “La Manada” se ha visto con mucha claridad, en estos casos paradigmáticos que han despertado la conciencia social de todo el feminismo, los sesgos ideológicos que hay en el sistema judicial, de manera que se ve muy claramente cómo se distingue entre victimas buenas y victimas malas, en función del comportamiento que ese imaginario, ese sistema patriarcal exige a las mujeres.
"Sin dejar de empatizar con las víctimas, debes lidiar con la rabia que produce las situaciones que atraviesan para defenderlas bien"
¿A qué se atiene una mujer cuando acude a realizar una denuncia por violencia machista? ¿Contra qué tiene que ir preparada?
Primero tienes que ir con una muy buena defensa de sus interéses y con perspectiva de género. Nosotras siempre aconsejamos que la víctima de cualquier violencia sexista reciba un asesoramiento jurídico previo, de manera que conozca las claves del procedimiento al que se va a enfrentar. Que conozca cuáles son las claves de la carga probatoria que se le va a exigir para sostener una sentencia condenatoria como prueba de cargo. Ese asesoramiento previo, y esa presencia consciente dentro del procedimiento penal sabiendo los retos, sabiendo cuál es la expectativa razonable de resolución y siendo consciente también de cuáles van a ser las consecuencias y en qué van a afectar a la mujer, a la víctima que denuncia en la restauración de esos derechos fundamentales vulnerados con la agresión.
Esa victima consciente es menos susceptible de sufrir lo que llamamos la victimización secundaria, que se produce cuando se genera a la víctima unas expectativas de difícil cumplimiento en el proceso judicial, o cuando se ve cuestionada dentro de ese procedimiento y parece que ella es el foco, y se le está juzgando a ella en vez de juzgar al agresor por la violencia de la que ha sido víctima la mujer denunciante.
¿Entonces sigue siendo machista la justicia?
Como la sociedad. La justicia es un reflejo de la sociedad. La sociedad española en concreto ha avanzado en los últimos treinta años de manera considerable, aunque siempre hubo mujeres españolas, mujeres abogadas, que han sido pioneras en la defensa de la condición jurídica de la mujer; pero es verdad que en estos treinta años se ha evolucionado.
Quizás la justicia sea un ámbito especialmente conservador, que además tiene sus raíces en la plantilla judicial, en aquella judicatura franquista, poco democrática. Quizás el avance dentro de la administración de justicia ha sido más lento que en la sociedad española en los últimos cuarenta años. Y en los últimos tiempos, nos hemos encontrado con aliadas y aliados dentro del propio Poder Judicial y de la Fiscalía que sí han comprendido la necesidad de la perspectiva de género en la actividad jurisdiccional. Creo que hoy por hoy sigue siendo mayoritario, y se ha puesto de manifiesto en todas estas amenazas de retroceso, en todas estas proclamas de partidos políticos negacionistas de la violencia y que para ellos por un lado somos súper iguales, ya está la igualdad real ya. Pero por otro lado, defienden esos esencialismos maternalistas que el mejor fin de la mujer es ser madre con hijos.
Justamente hablando ya de las decisiones que se toman. De tener una pareja, casarse, convivir ¿en el caso de los divorcios, cuáles son las principales causas que denuncian las mujeres?
Desde hace unos años el sistema español, desde que se instauró el divorcio que no es de hace tanto tiempo, en eso sí que el ordenamiento jurídico español ha ido por detrás de todos los de su entorno, el divorcio ni la separación son culpabilísticos.
Es verdad que en la primera legislación, en el año 1981, sí que era causal alegar y probar una causa de separación: incumplimiento de deberes familiares, maltratos, una serie de causas que eran las que daban lugar al divorcio. Pero desde el año 2005 el divorcio ya no es culpabilístico ni hace falta causa, al ser alegado por uno de los cónyuges, se da a lugar. Lo que es realmente, donde se pone de manifiesto y lo estamos denunciando en Themis, esa discriminación, es en el contenido de las resoluciones.
Se ha vendido un producto que no tiene amparo en la legislación, porque nuestra legislación introdujo en el año 2005 la custodia compartida como una fórmula que podía adecuarse al interés de los menores, en determinadas circunstancias, sobre todo en las que haya habido esa corresponsabilidad que supone la custodia compartida, después del divorcio, debe haber existido antes. Por razones evidentes del beneficio del menor, no se puede ahora inventar otra situación, o establecer vínculos post divorcio, vínculos afectivos, distintos de los ha habido durante la convivencia de la corresponsabilidad. Esa moda de la custodia compartida que se ha vendido como la solución a todos los males de la prole, de los hijos e hijas, de las parejas que se separan, ha demostrado en la práctica gravar más el problema que ser una solución.
Precísanos ¿por qué la custodia compartida no puede ser impuesta?
La custodia compartida si no ha sido precedida de una corresponsabilidad no puede tener un buen pronóstico. Por qué nos vamos a inventar ahora una práctica parental distinta de la que hubo cuando no existen unas pautas educativas comunes, ni una práctica igualitaria en los cuidados. Y han existido situaciones de abuso, aunque no hayan sido reconocidas en una sentencia judicial como violencia sexista porque, cuando hay violencia de género, desde luego, es incompatible con el establecimiento de la custodia compartida por previsión legal expresa. Pero en los casos, en los que no hay ninguna de las circunstancias, que hace que la custodia compartida tenga un pronóstico favorable lo que se hace es ahondar en la desigualdad y perjudicar enormemente a los hijos e hijas.
¿Y quién gana con esta custodia compartida?
Ha habido mucha confusión con la custodia compartida, incluida en las resoluciones judiciales. Por un lado, estaba en el imaginario que el procedimiento de divorcio era una especie de espolio del progenitor masculino sustentador, todo en esos mitos, del progenitor sustentador, de desespolio. Cuando realmente un divorcio no supone ventaja económica para ninguno de los cónyuges y lo que sí que existen estudios es que las familias monomarentales soportan un nivel de pobreza y desequilibrio mayor que en el caso de los cónyuges varones separados.
Esa historia del espolio ha venido a identificar custodia compartida con que no pago ninguna prestación y la casa a medias, cuando eso no es así. Ya ha habido jurisprudencia o sentencias posteriores que han dicho no mire, porque usted tenga la custodia compartida al 50 por ciento, no significa que ustedes tengan que pagar al 50 por ciento los gastos de los hijos. Tendrá usted ver qué ingresos hay de un progenitor y del otro, para establecer proporcionalmente la contribución. Entonces por un lado, ha habido, esto de la custodia compartida y con eso me libero de cualquier tipo contribución económica, que no sea el 50 por ciento, aunque yo gane el doble o triple que la madre.
Por otro lado, también se utiliza a los hijos para seguir, de alguna forma, controlando a la madre. De manera que en una custodia compartida en la que no hay equilibrio, y en la que alguno de los progenitores, la utiliza para lanzar continuamente mensajes desvalorizadores respecto a la vida, y las habilidades para entender de la madre, es un elemento para prolongar la situación de desequilibrio, de abuso e incluso de violencia machista de “bajo nivel”.
¿Se sigue utilizando el Síndrome de Alienación Parental (SAP), como prueba en los juicios?
Como criterio, por desgracia sí, nos estamos viendo con ese nombre o con nombres distintos.
A pesar que la Organización Mundial de la Salud ha sido clara respecto a excluir el SAP como una patología propia, no existe esa patología, pero sí que nos encontramos ese u otro nombre en determinados informes psicológicos. Los informes psicológicos, son un elemento que pueden auxiliar mucho al juez al respecto de determinados datos, o determinados conocimientos, o prácticas periciales que son ajenas a la competencia profesional de los jueces. Pero no podemos olvidar que muchos de esos informes están trufados de un posicionamiento ideológico previo. Estamos viendo cómo en determinados ámbitos de la psicología se niega la violencia de género y la violencia sexista como un factor que concurre de manera preponderante, respecto a otros escenarios; en el ámbito de la familia, y en el ámbito de la pareja o expareja. Y muchas de estas corrientes ideológicas que hay dentro de la psicología son negacionistas de la violencia.
El tema de estas pruebas periciales es que cuando existe una violencia, y cuando los hijos son objetos de la violencia sistemáticamente niegan veracidad a esa manifestación acudiendo a esta figura no admitida de la alienación parental. Lo que se hace es negar la violencia, solamente diciendo que hay SAP, y que el hijo dice ha sido víctima por haber sufrido influencia pues es una solución muy sencilla pero muy estereotipada y que no es real. Lo que hay realmente es que hay que escuchar a los niños y niñas cuando son víctimas de violencia en el ámbito de pareja, en el ámbito de la familia. Bien porque son víctimas directas, o porque están expuestos a esa violencia cuando se dirige principalmente a la mujer, a la madre.
¿El SAP cómo es utilizado si no está demostrado?
Se utiliza porque es muy sencillo, esto ha sido una constante en la historia, negar valor a la palabra de las mujeres.
¿Hay algún caso que nos puedas mencionar?
Hay varios casos, por ejemplo el caso de Juana Rivas, se ha utilizado cuando los hijos de Juana manifiestan que son objeto de violencia, y que han vivido estas situaciones. Se les niega todo valor, y se dice que si dicen eso los hijos de Juana Rivas es porque están influidos e inducidos por su madre.
Hay una cuestión, dentro de todo esto del SAP, que es disuasoria. Cuando una mujer, hemos dicho al principio que es difícil conseguir pruebas, en los casos de violencia sexista son de difícil prueba porque ya se preocupa mucho el agresor de cometer las agresiones en un ámbito privado, cerrado, lejos de las miradas.
Entonces resulta de lo más útil eliminar a los testigos, que son los hijos que han podido presenciar esto, con este conducto del SAP es la manera más sencilla de continuar con la impunidad, de las que históricamente han gozado las agresiones de género.
Es verdad también, yo me lo he encontrado a lo largo de la práctica profesional, con que los hijos, a partir de una determinada edad, o las hijas, cuando han convivido en un ambiente expuestos a la violencia, en muchas ocasiones se alinean con el progenitor agresor. Muchas veces, porque le ven él más fuerte, porque le ven el que tiene la situación de dominio. Les es más fácil alinearse con a quien le ven en la situación de poder, que con quien está en una situación mucho más desfavorecida. Eso sí existe, es distinto alinearse de alienarse (risas).
Al parecer, hay una estrategia que podrían estar enseñando a los abogados en las facultades de Derecho, porque se ven casos que cuando una mujer denuncia a su agresor, el agresor el asesorado para denunciar que también ha sido maltratado por la mujer…
Las denuncias cruzadas en fin. La mejor defensa que es un ataque eso está en muchos ámbitos, incluso en peleas callejeras. Pero lo que sí sucede y es una característica en determinados procedimientos es que no se percibe que esa es una estrategia de defensa y cómo se da acogida a este tipo de alegaciones que son meramente exculpatorias. Como en ocasiones eso sirve otra vez para dar resultados a la impunidad. Qué es lo que estamos exigiendo a una mujer que en una agresión, por ejemplo, si es física no se defienda, o no ponga esa defensa.
Cuando yo personalmente he asumido la acusación particular, en casos de asesinatos y homicidios de mujeres a manos de sus parejas, incluso las mujeres que son asesinadas por estrangulamiento o incluso por acuchillamiento, ejercen muchas veces una defensa. Tratan de sujetar las manos de quien le está agrediendo, tratan de taparse, tratan de mover las manos para evitar la agresión. Eso no son agresiones, eso son maniobras defensivas, no se pueden confundir.
Cuando el resultado es yo tengo un brazo roto, y tú tienes un arañazo, resultáis imputados los dos, desde luego es más que disuasorio. Cuando la mujer después de haber sido víctima, se encuentra en que va en su condición procesal de imputada lo que al final deriva es que se arrepiente de haber confiado en la justicia, lo que hablábamos antes de la victimización secundaria, y lo que hace es tratar apartarse del procedimiento con una total desconfianza.
¿Estos obstáculos que has mencionado en el sistema de justicia, se pueden relacionar con la falta de formación de los abogados?
Es todo el sistema. Muchas veces sí que hay una defensa con perspectiva de género bien formada, otras veces no, porque no se puede predicar esa falta de perspectiva de género, si está más o menos contaminada de esta ideología machista. No se puede decir que la abogacía esté más que la judicatura; está en todo el sistema judicial. Pero es verdad que en el caso de los abogados es importante porque son ellos que alegan en el nombre de la mujer, son ellos quienes tienen que creer a las mujeres en primer lugar y tienen que articular todos los medios de prueba necesarios para que el procedimiento cumpla con su función de proteger a las mujeres y ampararlas en sus derechos fundamentales. Es verdad que es muy importante la labor de la abogacía, pero también del resto de operadores jurídicos.
¿Qué mensaje les darías a las mujeres que tal vez no se animan a denunciar porque consideran que es en vano, habiendo estos obstáculos?
Pues que se procuren antes de nada un asesoramiento jurídico previo. Que sepan, si van a entrar a un procedimiento judicial, que estén conscientes de cuáles son las claves de ese procedimiento. Pero en el caso que tenga una agresión aguda que jamás dejen de llamar y activar los mecanismos que hay en el sistema judicial para su protección.
Mi familia me impulsó bastante... Pero realmente, los mayores ejemplos de desigualdad me los he encontrado en la práctica profesional
¿Cuál es la parte más complicada de tu trabajo?
Difícil pregunta (toma aire)… Mira lo más difícil, lo que me ha sido históricamente más difícil es sin dejar de empatizar con las víctimas, de ponerte en su lugar, lidiar con la rabia que me produce ese tipo de situaciones para defenderlas bien; porque yo creo que una defensa, una actuación profesional con rabia, no es una buena actuación (risas)…
¿Por qué decidiste ser abogada?
Yo creo que la abogacía, y las mujeres abogadas que hubo en España desde Concepción Arenal a Clara Campoamor, han tenido una impronta, un fuerte impulso de transformación social. Yo creo que ese impulso de transformación social que muchas veces se consigue a través de la abogacía fue lo que me llevó a estudiar derecho y después ejercer cómo abogada.
¿Por qué decidiste trabajar en Themis?
Cuando yo acabé la carrera lo primero que hice fue acudir al Instituto de la Mujer porque yo me colegié en el 91, terminando la carrera en el 90. Uno de los campos en los que yo percibía con más ilusión y con más energía para trabajar en el cambio social, era en el campo de la igualdad de oportunidades para mujeres y hombres.
Entonces me dirigí al Instituto de la Mujer, y allí me derivaron a la sección Themis que había sido constituida cuatro años atrás por mujeres activistas por los derechos humanos que militaban en organizaciones mixtas pero que comprobaban como partidos políticos de progresistas o en esas organizaciones mixtas los temas de las mujeres siempre quedaban postergados a otros objetivos que para nuestros compañeros varones resultaban prioritarios de manera que nos veíamos en discusiones que ahora vemos tan absurdas como determinar que desde luego la mutilación genital femenina era una violencia machista, y que ninguna práctica cultural podía justificarla, y que no éramos colonialistas, imperialistas, cuando por ejemplo, luchábamos por ejemplo contra la mutilación genital femenina.
¿Hubo algún hecho en tu vida privada que profundizó tu interés en mejorar la atención que reciben las mujeres por el sistema de justicia?
Si tenía grandes expectativas en la función como abogada, y de defender los derechos de las clases más desfavorecidas como las mujeres, pero ha sido precisamente la práctica judicial la que me ha dado muchas más experiencias de desigualdad.
Realmente en mi familia, que es una familia de clase media baja que creo que yo era la primera persona que accedía a estudios universitarios. Mi familia impulsó, tanto a mi hermana como a mí, a tener una autonomía personal que mi madre no pudo tener. Yo creo que mi familia me impulsó bastante y no he sufrido de discriminación a pesar de que mi madre no tuvo una especial educación, pero sí tuvo ese afán de que sus hijas la tuvieran. Y nos criaron de manera que no nos enredáramos ante las dificultades, tuve esa impronta de mujer luchadora. Pero realmente, los mayores ejemplos de desigualdad me los he encontrado en la práctica profesional.
¿Qué implica para ti el trabajo que realizas día a día, en el ámbito personal y profesional?
Son preguntas muy profundas (risas)… Me gustaría pensar mucho sobre ello para dar una buena respuesta, eso es como un psicoanálisis (risas)… Desde luego en lo personal si no tuviera el apoyo de mi pareja, porque yo tengo un hijo, para mí sería imposible llevar esta vida personal y familiar con el activismo que siempre he realizado en Themis, pero con el mayor compromiso que ahora supone la presidencia. Y luego esa ilusión de transformación lo que en mi caso, personal, me mantiene.
¿Con qué sensación te vas a casa luego de un día de trabajo?
Bueno depende del día (risas)… Supongo que sería muy ilusorio de mi parte que siempre me voy con la satisfacción de haber cumplido. A veces el trabajo activista es muy agotador, hace falta tener muchísima constancia, mucha fe en lo que haces porque los resultados no siempre acompañan.
¿En qué crees que debe cambiar de inmediato en la situación de las mujeres en el sistema de justicia?
Yo creo que habría que de forma transversal formar que la clase judicial, es alguien que está en la cúspide del poder, es muy difícil, alguien que está ejerciendo un poder tan grande persuadirle de que a lo mejor tiene convicciones erróneas. Es es muy complicado, por mucho que se apliquen acciones de sensibilización, acciones de formación, en fin las personas perfectamente pueden seguir manteniendo convicciones sobre el papel de las mujeres y hombres, las mujeres más mentirosas, los hombres más brutos, estereotipos… Es muy difícil decirle a un juez que tiene convicciones erróneas. Además de la formación y el esfuerzo de la sensibilización, habría que evaluar la cualificación por un lado, para evitar esos sesgos cognitivos que suponen una dificultad en la defensa de los derechos humanos de las mujeres, pero exigir cualificación en aquellos órganos especializados yo creo que van por ahí las reformas que se están poniendo en marcha. Y también esta exigencia de formación permanente, que debe tener la clase judicial y los funcionarios.
¿Vas a participar de la Huelga del 8M?
Si puedo, sí (risas)… tengo tantas actividades, que no sé si se me permita (risas)… Pero desde luego en espíritu sí.
¿Qué cambios ves desde la celebración del 8 de marzo del año pasado, a la fecha?
Ha habido un cambio fundamental que ha sido el surgimiento de grupos de partidos políticos con representación parlamentaria que han hecho bandera, además de atizarse con la bandera y quieren que estemos viendo nosotras en el medio como se atizan con las banderas. Además son negacioncitas de la situación de desigualdad real que tienen las mujeres, y son negacionistas de las violencias de género.
¿Cómo evalúas este panorama?
Bueno sería ingenuo de nuestra parte que un movimiento tan potente como el del 8M no despertara a la bestia. La bestia siempre ha estado ahí, aquí ha habido una tormenta perfecta, entre estas cuestiones identitarias que son tan sencillas tan viscerales, eso ha terminado de armar a la bestia. Cuestiones identitarias de un lado, que han sido respondidas por cuestiones identitarias de otro lado. Es que estas personas se sienten tan españolas, nada más que españolas, no se sienten personas, en fin. Pero desde luego que hayan conseguido esa representación parlamentaria supone para el movimiento feminista una amenaza.
Para finalizar, ¿te sientes satisfecha con tu trabajo?
Sí, me siento contenta de todo ese conocimiento del mundo y de la realidad que me ha permitido mi trabajo como abogada, y como abogada activista en Themis.
Este 8 de marzo, la Asociación de Mujeres Juristas Themis, dará lectura al manifiesto “Por una Justicia en Igualdad #8M2019” en la sede de los Juzgados de Instrucción de Plaza de Castilla de Madrid al medio día, por el Día Internacional de la Mujer.
Fotos: Patricia Arriola Ramírez. Archivo AmecoPress.
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Pie de fotos: María Ángeles Jaime
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Sociedad - Opinión - Movimiento feminista - Legislación y género - Violencia de género. 07 mar. 19. Amecopress.