Mutilación genital femenina: hacia la erradicación implicando a las comunidades donde se practica
Madrid, 7 feb. 19. AmecoPress.- Que la mutilación genital femenina (MGF) es una forma de violencia contra las mujeres y las coarta de tomar decisiones sobre su propio cuerpo es algo que se da por hecho entre los colectivos y entidades que luchan contra esta práctica, que además es muy peligrosa para la vida de las personas que la sufren. Sin embargo, es en las propias comunidades en las que se practica, tanto fuera como dentro del Estado español, donde hay que poner el foco para acabar con esta manera de discriminar e intentar dominar a las mujeres. Es por ello que diferentes organizaciones se centran, con motivo del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, en el rol del sector femenino de estas comunidades, especialmente que hayan sufrido esta práctica, en acabar con ella, pues al tratarse de un asunto que se relaciona erróneamente con lo tradicional, el discurso debe ser desmontado desde dentro, insistiendo en que supone una forma de violencia contra las mujeres.
Hay que destacar que, en todo el mundo, Naciones Unidas estima que más de 200 millones de mujeres y niñas han pasado por el sufrimiento que supone esta práctica, mientras que otras 30 millones corren el riesgo de ser víctimas en la próxima década. Esta intervención, además, puede provocar desde infecciones genitales hasta fístulas o problemas derivados de la cicatrización, así como consecuencias negativas en el parto que terminen en muerte por hemorragia. Todo ello acompañado también de las consecuencias psicológicas y los traumas relacionados con las relaciones sexuales. La participación de las mujeres de estas comunidades, hayan sufrido o no esta violencia, en la lucha contra su erradicación y en la prevención, se vuelve esencial para respetar los Derechos de las Mujeres.
La ONG Médicos del Mundo (MdM), entre otras, centra en ellas sus programas en el Estado español y fuera de sus fronteras. Yolanda Rodríguez, portavoz de la organización y experta en MGF, explica a AmecoPress que la intervención de estas mediadoras es clave, pero que no ha sido fácil crear una red de mujeres de estas comunidades que adviertan sobre los peligros de la ablación. De hecho, el trabajo de esta entidad en la prevención se remonta a hace 15 años, y se extiende por 9 comunidades autónomas. Señala que al principio es complicado apelar a la colaboración de estas comunidades, pues por muchas de sus integrantes la mutilación es vista como una tradición. Sin embargo, gracias a la formación y el acompañamiento que MdM ofrece a estas personas en sus necesidades sanitarias, se han ido generando redes lideradas por estas mujeres, que tienen como objetivo acabar con esta práctica y que buscan concienciar desde las más jóvenes hasta a los hombres, pues son estos los que muchas veces imponen que se lleve a cabo este rito violento.
Rodríguez, además, comenta que más que miedo, estas “lideresas” comunitarias lo que sienten es “respeto” hacia lo que una parte de su comunidad considera una tradición y hacia sus antepasadas que les inculcaron la idea de que someterse a esta práctica era bueno para ellas. “Es una labor de hormiguita”, comenta la portavoz de la ONG. Mª Ángeles Rodríguez Benito, técnico de la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), se pronuncia en una línea similar, que apela a crear “espacios de participación” dentro de las propias comunidades para abordar este asunto, a la vez que se promueve “el empoderamiento de las y los jóvenes como agentes de cambio mediante el fomento del diálogo intergeneracional”. “El reto está en una educación en los valores feministas”, concluye la integrante de UNAF, que deja claro que la MGF es una forma de violencia contra las mujeres y que tiene base patriarcal.
Problemas físicos y psicológicos
Las consecuencias de esta forma de violencia sobre el género femenino van desde lo físico hasta lo psicológico. Así lo explica Sonia Guinovart, especialista en Ginecología y Obstetricia de Médicos Sin Fronteras (MSF), organización que, entre otros países, cuenta con proyectos de atención sanitaria a supervivientes de la ablación en Somalia, Etiopia, Sudán, Níger o Mali, estados donde la prevalencia de esta práctica es muy alta. Los agravios para las mujeres que se ven sometidas a esta medida van desde problemas cuando las niñas alcanzan la edad de menstruar hasta hemorragias, dolores crónicos, problemas para orinar, y consecuencias negativas en el parto, pues a veces el orificio que se deja tras la ablación es tan pequeño que el personal sanitario tiene que cortar para que la mujer pueda dar a luz.
Sin embargo, Guinovart aclara que, normalmente, la atención se centra en lo físico, cuando en realidad el problema puede ir más allá, desarrollándose alteraciones psicológicas, algunas de ellas relacionadas con el rechazo a las prácticas sexuales. Además, se suma a ello que en muchas comunidades y países, las mujeres sienten que no tienen con quién hablar de este asunto, pues se sigue considerando un tema tabú. Ante esto, según la experta de MSF, se procura ofrecer mecanismos para afrontar estas situaciones, además de promover el contacto entre afectadas y la generación de espacios en los que las mujeres se puedan expresar al respecto. En esta línea, el papel de activistas y mediadoras en regiones donde la práctica es habitual es esencial, así como el del personal sanitario, que aunque pueda tener este rito normalizado, el contacto con supervivientes del mismo provoca sensibilización.
Enfoque integral y coordinación de agentes implicados
Así pues, ante el panorama expuesto, las organizaciones que luchan contra esta práctica tienen claro que su erradicación solo podrá llegar si se aborda desde un enfoque integral basado en varios frentes y desde la coordinación entre entidades e instituciones. Desde UNAF, Rodríguez Benito incide en esta idea, recalcando la importancia de abordar estas miradas desde una perspectiva de Derechos Humanos, dejando claro que pese a ser una práctica que se confunde con un rito cultural, es realmente una forma de violencia que atenta contra los Derechos de las Mujeres. “El reto está en la educación en feminismo, Derechos Humanos, igualdad e interculturalidad”, apunta la técnica de la entidad, que añade que “cuestionando los roles y estereotipos” de género se pueden desmontar ciertos mitos alrededor de la ablación.
Por otra parte, desde Médicos del Mundo insisten en la prevención a través de las supervivientes y las comunidades afectadas por esta forma de violencia, para que sean estas las que “definan, realicen y evalúen las acciones que se llevan a cabo”. Además, esta entidad pide al Gobierno de España que “el sistema público de salud articule protocolos integrales y que se creen unidades de atención especializada que garanticen una atención global”, más allá de la intervención quirúrgica. MdM estima que en todo el Estado viven unas 55.000 niñas y mujeres provenientes de países con alta prevalencia de la MGF, por lo que, el pasado año, trabajó con 1.150 profesionales del sector sociosanitario en sensibilización e intervención para evitar casos de este tipo.
Esta misma ONG, además, realizó más de 1.800 intervenciones en 2018, entre sanitarias, sociales y psicológicas, en todo el Estado, a la vez que formó a 113 agentes de salud en prevención ante la mutilación genital femenina y llevó a cabo más de 200 intervenciones educativas en las comunidades autónomas donde actúa. En Mauritania, la entidad tiene en marcha, desde 2017, un proyecto que trabaja contra la violencia de género, dentro del cual se enmarcan estrategias contra la MGF basadas en sensibilización a personal sanitario, supervivientes y familias.
“Cifras que ofrecen esperanza”
Pese a que en los últimos años el problema de la MGF ha alcanzado cotas más altas de visibilidad respecto a la opinión pública, lo que pudiera hacer parecer que está creciendo, lo cierto es que el tema cada vez cobra más importancia en diferentes actuaciones de ONG e instituciones de cooperación, tanto en el exterior como dentro del Estado. Así, la directora de la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID), Aina Calvo, aseguró, en unas jornadas organizadas por la UNAF, que las cifras “ofrecen esperanza” en el camino hacia el fin de esta práctica, por lo que “es factible” acabar con ella. Sin embargo, queda trabajo por hacer, y en lo que coinciden los agentes implicados en esta lucha es en abordar el problema desde diferentes perspectivas, desde la sanitaria hasta la social, y a empoderar a las propias mujeres de las comunidades que sufren esta práctica para erradicarla desde dentro.
Foto: Naciones Unidas.
— -
Pie de foto: Fragmento de un vídeo de Naciones Unidas contra la MGF.
— -
Estado español – Internacional – Mujeres del mundo – Derechos humanos – Cooperación – Ablación – Violencia sexual. 6 feb. 19. AmecoPress.