"Los juicios por violencia sexual terminan evaluando si ella se resistió lo suficiente"
Madrid, 24 may. 18. AmecoPress.- Nueve años de prisión, es lo que el tribunal marcó en la sentencia a los cinco acusados de violar en un portal a una joven en los Sanfermines de 2016. Los cinco se alternaban para penetrarla, le pedían que no gritara y le tapaban la boca, pero los jueces consideraron que no hubo delito de agresión, ni intimidación, por lo que rebajaron la pena a la de un abuso sexual.
Desde aquel momento, el debate sobre la definición de este tipo de violencias está sobre la mesa. La sociedad civil y las organizaciones se movilizaron por toda España hasta llegar a Europa. Se ha emitido una moción de urgencia en la Asamblea General del European Women’s Lobby y Amnistía Internacional envió un comunicado instando a España a revisar el concepto de violación para basarse únicamente en la ausencia de consentimiento.
Virginia Álvarez es la responsable de investigación y política interior de la sección española de Amnistía Internacional. Ella observa cada día cómo la ausencia de datos acerca de los delitos sexuales y los estereotipos de género impiden que se trabaje de forma más profunda en este tema. Reclama una formación de género transversal en todas aquellas personas involucradas en el proceso de ayuda y asesoramiento a las víctimas.
El delito de abuso sexual se define como tratar de acceder al cuerpo de otra persona sin consentimiento y sin violencia física. ¿No es este acto en sí mismo violento? ¿Hay alguna explicación de por qué se hizo esta distinción con la agresión sexual?
La diferenciación que hace el código penal entre agresión y abuso habla de violencia como acometimiento físico, como un agravante. También trataban de diferenciar otros casos en los que quizá no haya una violencia física pero media un engaño o una relación de desigualdad con, por ejemplo, un profesor, un padre, etc. Claro que podemos pensar que el hecho de que haya una violación ya es en sí un acto de violencia, todo eso se tiene que revisar porque las palabras son importantes. Pero, en este caso concreto, el problema está en la interpretación que se ha realizado por parte de los jueces, el hecho de que te rodeen cinco hombres puede entenderse como intimidación.
Por tanto, el cambio en la legislación no es la única solución, ¿se necesita más formación de género?
Exacto, podemos tener muy buena legislación pero no serviría de nada si no hay un cambio de actitudes. El problema es que durante 40 años no ha habido ninguna política pública que haya trabajado el tema de las distintas violencias que puedan sufrir las mujeres, incluida la violencia sexual. Se ha hecho un trabajo en cuanto a violencia de género en el ámbito de la pareja o expareja. Queda mucho, pero sí que ha empezado a haber una concienciación por parte de todos los actores implicados de que era un asunto público que había que comenzar a tratar. Ese es un trabajo que todavía no se ha hecho con la violencia sexual.
¿Faltan datos en materia de violencia sexual?
No existen datos desagregados de violencia sexual, y esto impide que sepamos la dimensión de este problema. La toma de datos es el primer paso para poder analizar tanto la situación en la que nos encontramos como la respuesta que podemos dar en los distintos ámbitos. No solo nos referimos al número de denuncias o el número de sentencias, sino también a información sobre todo el recorrido por el que pasan estas mujeres.
La culpabilización a las víctimas
Cuando sentencias como la de "la Manada" afirman que no hubo intimidación o violencia, ¿se convierte a las mujeres en responsables de lo que ocurrió, poniendo el foco en cuánto luchó o se resistió?
Ese es el principal problema. Esta sentencia sirve para plantear todos los estereotipos que hay. Al final muchos de estos procedimientos judiciales se terminan convirtiendo en una evaluación o un juicio contra la víctima, si ella actuó como se esperaba que tenía que actuar o si se resistió lo suficiente, etc. Al final eso es un problema que nos estamos encontrando, que la falta de consentimiento no se entiende como lo que es, sino que en cierta manera se está exigiendo esa resistencia o esa intimidación. Ahí está lo preocupante, hay que cambiar estereotipos y sobre todo formar a los jueces y juezas que trabajan en estos ámbitos para que en todos estos delitos también haya una fuerte perspectiva de género y entiendan lo que es la violencia contra las mujeres y la violencia sexual.
Sabemos que la sentencia no es definitiva, ¿pero qué pensáis que podría suponer esta primera valoración judicial para las víctimas que pasen por lo mismo y no estén seguras de denunciarlo?
A Amnistía Internacional le preocupa mucho más que una mujer no sepa dónde acudir cuando sufre una agresión o que nada más llegar a una comisaría o a un hospital se empiece a poner en duda su testimonio y tenga que contar veinte veces las cosas, porque al final terminan revictimizándola. Esta sentencia tiene que servirnos para que reflexionemos acerca de todo el proceso que sufren, porque las víctimas de violencia sexual no tienen generalmente la visibilidad del caso de "la Manada". Se sienten bastante solas y el cuestionamiento que se pueda producir en el primer momento es definitivo para decidir si sigue adelante con una denuncia. Es ahí donde nos tenemos que fijar, no solo en las sentencias, sino en todo el proceso que atraviesan las víctimas de violencia sexual.
¿Qué significa "consentimiento"?
De 33 países europeos solo 9 reconocen que el sexo sin consentimiento es violación, ¿contáis con la cifra de países que están en proceso o con una propuesta abierta para modificar la definición del delito de agresión sexual?
Suecia y Dinamarca están revisando su legislación, pero aún siendo importante, las leyes no lo son todo. Tienen que estar acorde a los estándares internacionales de derechos humanos y en el marco del Convenio de Estambul, que fue firmado y ratificado por España en 2014 y que dice que hay que incluir todo tipo de violencias y dar una respuesta adecuada. Sí, hay que empezar por la legislación, pero no solo, porque en Reino Unido hay una legislación adecuada pero el problema es cómo se aplica. Es lo que vemos aquí en España con la ley de violencia de género, hay una ley adecuada pero quedan todavía muchos temas que no están siendo abordados de manera correcta.
Existe un debate acerca de que el término “consentimiento” implica una cierta sumisión femenina, porque se le presupone al varón la iniciativa y a la mujer solo la capacidad de aceptar o rechazar. ¿En el futuro también tendrá que matizarse este término?
Cuando se está hablando de consentimiento realmente quiere decir que la mujer pueda expresar libremente si quiere tener o no una relación sexual, pretende entenderse sin jerarquía, pero depende de la interpretación que se haga del lenguaje. Lo que es evidente es que necesitamos alguna guía para definirlo. El Convenio de Estambul habla de ‘claro consentimiento’, entendiendo por tal el consentimiento libre, que no haya dudas de que la mujer, bien sea ella la que tome la iniciativa o no, quiera mantener esa relación y que en cualquier momento pueda también desdecirse. Libre también en cuanto a que no existan condicionamientos o chantajes.
¿Valoráis la presencia de más mujeres juezas?
Es importante que haya un equilibrio y una representación de las mujeres en todos estos temas, pero en las juezas también tiene que haber una formación y deben entender lo que es la violencia de género. Yo creo que lo más importante en estos casos es que haya una adecuada formación, no solo en los operadores jurídicos sino en todas aquellas personas que vayan a estar involucradas en el proceso que pasa una víctima de agresión sexual: personal médico, policial… Y, por supuesto, es importante dar voz a las propias víctimas para entender lo que han pasado.
El de "la Manada" ha sido el caso más mediático pero, ¿os consta que sea algo habitual que delitos de violación estén siendo interpretados como abusos sexuales?
El caso de "la Manada" es el prototipo de violación que tenemos todos en mente, pero lo cierto es que entre los testimonios que está recogiendo Amnistía Internacional no es el mayoritario. Muchísimos de los casos que se producen se dan en el entorno cercano de la mujer y ahí se añaden otro tipo de dificultades, no hay tantas pruebas.
En entornos más cercanos, ¿es más difícil denunciar y probar que han sido agresiones sexuales?
Por supuesto, puede haber un mayor cuestionamiento del testimonio. Todo ese tipo de situaciones tienen que ser revisadas, porque lo que nos encontramos es que lo que más se tiene en cuenta es la veracidad de la víctima en lugar de los hechos que pudo cometer el denunciado. Ahí es donde hay que comprender cuál es la realidad de estas mujeres y las dificultades en las que se encuentran.
Prostitución y trata
¿Cuál es la postura de Amnistía Internacional con respecto a la prostitución?
No se declara ni por el abolicionismo ni por el regulacionismo de la prostitución, lo que ha habido es un debate centrado sobre todo en los derecho de las mujeres y también en el impacto que ciertas políticas puedan tener en ellas. Creemos que políticas de criminalización pueden tener un efecto perverso en ellas. Que se penalice a clientes puede tener como consecuencia que se las invisibilice a ellas o que tengan que tener encuentros muchos más arriesgados y ocultos para que el cliente no sea penalizado. Eso es lo que se valora desde Amnistía, que las políticas que se adopten no tengan un efecto negativo en las mujeres que ejercen la prostitución bien voluntariamente, o bien de manera forzada.
No se ha llegado a una discusión en cuanto a derechos laborales de estas mujeres, no es un ámbito en el que la organización trabaje en ningún sector, sí al acceso a salud o a justicia cuando sufren abusos o violaciones. Nos preocupa que la estigmatización que pueda haber las afecte negativamente.
¿Cuáles son vuestros objetivos a alcanzar en torno a la trata? ¿Habéis debatido algún tipo de sistema de asistencia a víctimas?
En cuanto a la asistencia de víctimas de trata existe un convenio internacional que debe ser implementado. En relación a trata sí que se han producido avances en la legislación española para adaptarla a estándares internacionales, pero el problema es que, si al final no se hace un buen trabajo de identificación y no se les da seguridad, no se va a luchar contra esta lacra.
En general, yo creo que lo que tenemos es que poner los derechos de las mujeres en el centro, dejando a otro lado otro tipo de condiciones. Por ejemplo, nos preocupa que la ley de seguridad ciudadana esté multando a estas mujeres, dejándolas en una situación mucho más vulnerable, por eso lo hemos criticado. En el mismo sentido, estamos trabajando en cuanto a trata de seres humanos para que le Gobierno actúe conforme a sus obligaciones y a las que ha adquirido a través de su adhesión a varios convenios internacionales de derechos humanos.
Retos de futuro
Además de los delitos sexuales, ¿cuáles son los principales retos en materia de igualdad de género de Amnistía Internacional a nivel nacional?
Queda todo por hacer, para Amnistía Internacional sigue siendo una prioridad en materia específica de verdad, justicia y reparación para todas las víctimas que sufren violaciones de derechos humanos por violencia de género, pero también en otros ámbitos. Es importante ver el impacto que muchas otras políticas puedan tener directamente y concretamente en las mujeres: políticas migratorias, de sanidad, o de todo tipo. Hay que incluir la perspectiva de género en todos estos ámbitos.
¿España va por buen camino en la reformulación de delitos sexuales?
Estamos en un momento muy inicial para poder sacar una valoración, yo creo que el hecho de que haya habido mucha indignación en las calles es muy positivo, también porque se va viendo que las mujeres están ya demandando otro tipo de políticas y lo que hay que hacer es que se convierta en realidad. Si siguen pasando los meses y no hay avances, es negativo lo que está pasando.
Con todo esto, las autoridades tienen que percibir que los temas de género son prioritarios y que no hay que bajar la guardia en ningún momento, cosa que desgraciadamente ha pasado. La violencia de género ha dejado de ser muchas veces prioritaria, y la violencia sexual ha estado completamente invisibilizada. En ese sentido, sí que es positivo todo este debate que ha surgido y esperamos que se transforme en algo concreto.
Fotos: Archivo AmecoPress, extraídas de la web de Amnistía Internacional.
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Estado Español – Sociedad – Acoso sexual – Violencia sexual – Violencia de género. 24 may. 18. AmecoPress