“En Israel no hay movimientos verdaderos por la paz”

20 de junio de 2007.

Por Julia López

Internacional | Cine



Mujeres cineastas palestinas muestran con sus “Diarios de asedio” en el festival de Cine de Mujeres, como sobrevive el pueblo palestino a la ocupación y la guerra.


 

Ellas son tres realizadoras que viven entre Jerusalen y Ramala, y han venido a Barcelona a presentar sus documentales. Ghada Terawi, con tres películas en su haber, Dima Abu Ghoush, productora y cineasta que ha presentado su cuarta película y Rowan Al Faqih, que ha mostrado su primer documental. La mirada de estas mujeres descubre como sobrevive la gente a la ocupación de sus pueblos y a la terrible violencia de una guerra cotidiana que se agudiza cada vez más.  

Las tres realizadoras, fueron seleccionadas en el pasado festival de cine de Mujeres de Palestina y ya  habían mostrado los documentales en otros festivales europeos. Han explicado como es el día a día de su trabajo como mujeres cineastas en un  país ocupado. Han podido y pueden desarrollar su actividad gracias a la organización SHASHAT, que promueve el cine en los territorios palestinos, busca financiación internacional para la producción de películas y organiza un festival anual itinerante que empieza en Palestina y después viaja a Ámsterdam, Londres, España y Estados Unidos. En la Muestra Internacional de Cine de Mujeres, su participación se ha titulado: “Palestina: diarios de asedio”, y sus documentales se han podido visionar en dos sesiones, con debate posterior a las proyecciones. 

Creadoras geniales y comprometidas

 

“Palestina: diarios de asedio”, ha sido presentado por la asociación Dones per dones, un grupo de mujeres feministas y antimilitaristas, plataforma activa de reflexión sobre el papel de las mujeres en las guerras. Las componentes de esta asociación, así como la mayoría de las asistentes, preocupadas por la situación de conflicto interno entre palestinos, preguntaban a las cineastas más sobre la situación de su país, que sobre los documentales que acababan de presentar o sobre su trabajo cinematográfico. Sin embargo, ellas respondían gustosas a todas las preguntas. Realmente los documentales hablaban por si mismos, de gran impacto, vitales, emotivos y cercanos. No eluden la “tragedia”, pero descubren a personas que resultan próximas, porque su lucha cotidiana es sobrevivir y seguir trabajando, para que su país siga adelante.

 

Estas tres creadoras prefieren ser reconocidas por su trabajo y piensan seguir trabajando en Palestina -aunque las condiciones sean muy difíciles- y desarrollar los  proyectos que tienen en marcha. Reconocen que la situación de su país es explosiva, y se sienten angustiadas porque las noticias que reciben de allí son trágicas, cada día hay más enfrentamientos y más muertes, sobre todo en Gaza y Cisjordania, y parece haber un peligro inminente de guerra civil: “Se veía claro que esto iba a llegar, después del brutal asedio israelí –explica Ghada Terawi, hija de un alto cargo de la autoridad palestina, cuando aún gobernaba Al Fatah– han creado una bomba de relojería que tenía que explotar. Hamas se ha fortalecido por la impotencia  y desengaño de todos ante el empeoramiento de la situación. La esperanza de paz y de crear un país unido está cada vez más lejana”.

 

Terawi, al igual que las otras dos compañeras, pertenecen a una generación que tiene alrededor de 30 años y que creció en el exilio y se pudo formar en la universidad. Descendiente de exiliados que soñaban con volver a Palestina, ella también creyó que tras el Tratado de Oslo, las cosas mejorarían, pero ahora contempla como tanto en su país de exilio, en el que nació, Beirut, como en la tierra de origen de su familia, reina la inseguridad y la violencia. Graduada en cine por la Universidad Americana de El Cairo, también ha vivido en Túnez.

 

Desde el 2.000 vive en Ramala, y tuvo el privilegio de haber sido casada hace 4 años por el propio Yaser Arafat. Sus películas Wat’s net (¿y ahora qué?) y The Way back home (retorno a casa), han tenido en todas partes un gran éxito de crítica y público. “Excepto hace poco, en Ámsterdam, recuerdo que había una señora muy enfadada –explica-  porqué comenté que quería llevar a mi hija de 3 años a visitar el lugar donde habían vivido sus abuelos, y ella decía, que no era la mejor forma de olvidar, recordarle a la niña hechos tan tristes… La mayoría del público tampoco parecía haberse sentido a gusto con la proyección. Lo comprendí, cuando me enteré de que muchos de los asistentes eran de procedencia judía, y ellos como la mayoría de los israelíes, tampoco quieren conocer nuestra verdadera situación.

 

Después de una tempestad, otra

 

En el primer documental, Terawi se pregunta primero como va a sobrevivir Ramala a una invasión anunciada, y después, como seguir adelante tras la destrucción. Con su cámara va siguiendo la vida de unos cuantos amigos que con mucha angustia, pero con un gran sentido del humor viven la sucesión de los hechos, desde días antes de la invasión de la ciudad. Ellos, al igual que mucha gente, no se acababan de creer que los israelíes les fueran a invadir, y menos que destruyeran tantos lugares, y mataran a tanta gente: ”No había motivos para la invasión, iba en contra de los acuerdos de Oslo. Era increíble”. También aclara Ghada Terawi que, aunque las televisiones locales recomendaban que la población se abasteciera por si acaso, mucha gente no lo hizo, y lo paso muy mal, sobre todo, durante los 21 días del primer asedio.

 

En el segundo documental, Terawi, sigue la misma técnica de dejar hablar a los protagonistas y seguirlos en su vida cotidiana, consiguiendo que la cámara sea un testigo invisible de su “vida normal”. Los protagonistas son hombres y mujeres que -como la propia cineasta- han vivido casi toda su vida en el exilio y habían acogido con gran esperanza la posibilidad de “tener una casa” en Ramala y establecerse. Un pintor, una artista de teatro y un técnico electrónico, explican el fin de sus sueños y su gran decepción por la situación de su país.


En ambos documentales el estilo y la realización de Terawi es insuperable. Sabe combinar a la perfección la imagen vital y la historia de sus protagonistas con el ambiente,  la destrucción que les rodea, sin que necesiten mencionarla. Ella nos muestra con detalle las ruinas de su ciudad, no solo físicas, sino emocionales, y acerca a unos personajes “normales”, sus amigos, como contrapunto de esperanza y lucha por sobrevivir. “Ramala era una ciudad preciosa, acogedora y amable, abierta a diferentes tipos de culturas, en la que se podía vivir modestamente, y en la que funcionaban muy bien empresas y negocios. Ahora con el bloqueo de todo tipo, las fábricas no funcionan, los campos no se cultivan y los negocios han tenido que cerrar. Pero a pesar de todo la vida continua, y nuestra normalidad es sobrevivir cada día y seguir soñando con un futuro mejor”.

 

La prisión tras los muros

 

Dima Abu Ghoush, ha hecho 4 documentales después de filmar su tercera película, Good morning Qalquilia, en 2004, sobre la construcción de un muro alrededor de esta ciudad que, como “un verdadero embudo -explica- solo permite una salida a través de una pequeña puerta controlada por los soldados israelíes, que se tiene que traspasar con el correspondiente permiso. Pese a las protestas de la gente el muro lo han construido a 10 metros de las casas, han arrasado campos de cultivo, han dividido huertos y familias… La gente vive atemorizada por la ocupación y sienten que no pueden respirar ni en su propia casa”.

 

Dima también volvió para reconstruir su vida en  Ramala. Había nacido en Enwas, una ciudad demolida en el 67, que su familia tuvo que abandonar. Ella trabaja en el centro de producción de Cine, como productora y realizadora. Fue una de las primeras –tras aprobar un master de cine y televisión en Bristol– en incorporarse a Shashat, organización en la que gestiona sus trabajos documentales y el de otras compañeras. El documental de Dima impacta emocionalmente, no es lo mismo escuchar en los informativos las dificultades casi insalvables que provoca entre los palestinos los muros construidos, que “convivir” durante unos minutos y a través de la omnipresente cámara de Dima, con la vida cotidiana de las personas “enjauladas” dentro del muro, una escuela infantil, o los agricultores o trabajadores de viveros de planta. Un muro de una altura de casi dos pisos, que impide cualquier visión del horizonte. Poco les importa a los habitantes de Qalquilia, que por allí detrás pase una autopista que va directa a Jerusalén. Los habitantes de este pueblo se han encontrado de un día para otro sin sus medios de vida para sobrevivir, sin sus terrenos y sin sus casas.


Tratar de reconocer los espacios físicos que se guardan en la memoria es lo que ha intentado la realizadora novel, Rowan al Faqih. Nacida en Jerusalén en el 74, se inició en la realización cinematográfica en el 94, tras haber finalizado sus estudios de urbanismo en la ciudad de Berkeley,  en los Estados Unidos, e instalarse también a vivir en Ramala. Con Summer of 85 (verano del 85) rememora a través de la poesía visual de las imágenes y de su voz, sus recuerdos de los veraneos en casa de su abuela, ya fallecida, en el terreno de la casa derribada. Explica sus recuerdos de entonces reconstruyendo el perímetro de la casa, piedra a piedra.

 

El mito de las organizaciones por la paz

 

Las tres cineastas se mostraron muy emocionadas de la buena acogida de sus películas, pero no se sintieron capaces de valorar la cambiante situación de su país.“Nosotras -explica Dima- intentamos dar la voz a la gente que no la tiene. Es nuestra manera de explicar lo que está pasando en nuestro país”.

 

Para ellas la paz sigue siendo una aspiración de las y los palestinos, pero no parece importar lo mismo a la gente israelí, que viven con miedo, y tras la agudización del conflicto se alimentan únicamente de la información manipulada por su gobierno. “Nos preguntáis- explica Dima- si hay algún movimiento por la paz que reúna a mujeres palestinas e israelíes, y  aunque nos gustaría que existiera, no es así. Es mejor explicar la verdad y desmitificar esa idea que se tiene en medios progresistas europeos de la existencia de una unión por la paz que no es real. La izquierda en Israel es muy débil, y el movimiento de mujeres tampoco puede hacer nada por cambiar las cosas. Con la imposición de lo muros se ha acabado con cualquier intento de comunicación.”

 

Algunas de las mujeres presentes en la sala han recordado la actividad a favor de la paz, del movimiento de Mujeres de Negro, en Israel, pero según Dima y Ghada, algunas de estas mujeres, ahora están de acuerdo con la ocupación: “Por supuesto, en diversos lugares de Palestina -aclaran- continúan existiendo organizaciones de mujeres por la subsistencia. También están con nosotros cooperantes de todo el mundo que pueden explicar lo que ven. La imagen que se transmite de nuestro pueblo en todo el mundo es de violencia y de tragedia, pero nuestra vida cotidiana es más rica y seguimos defendiendo nuestra “normalidad” de enfermos crónicos encerrados en un hospital, que tienen dificultades en respira, pero quieren seguir viviendo”.

 

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Fotos: AmecoPress

Pies de fotos

1. Las tres cineastas en la puerta del espacio Francesca Bonnemaison

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Internacional – Cine – 20 junio, 07 (AmecoPress)


Documentos

Un momento de las presentaciones de las películas | 2007fjuny12palestinas_013.jpg
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Dima Abu Ghoush | adimaabu005.jpg
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Ghada Teravi | aghadaterawi004.jpg
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